ácratas
Los españoles nunca hemos sido autonomistas, porque toda autonomía requiere autogobierno, y nada es menos autogobernable que un grupo de españoles. Los españoles somos de natural ácrata. Y todo régimen político nos suda la polla porque sabemos que los poderes fácticos: la Iglesia, las oligarquías regionales y estatales, se han perpetuado, generación tras generación, utilizando toda clase de sistemas políticos como instrumentos: dictaduras, repúblicas cantonales, repúblicas unitarias, monarquías y, ahora, este absurdo régimen monárquico autonómico con el que sale más caro el caldo que las albóndigas.
Sabed, lectores, que, a la muerte del tirano asesino, dos oligarquías financieras e industriales regionales, la vasca y la catalana, exigieron seguir con el libre ejercicio de sus prebendas, tras haber sido las favorecidas por la dictadura de Franco durante cuarenta años. Insisto y aclaro: no dos naciones o pueblos, que no existían como tales, sino dos oligarquías provincianas, tacañas y egoístas. Y las demás oligarquías provincianas españolas gritaron en concierto polifónico: -“¡Y una polla! ¿Qué hay entonces de lo mío?”-. Y, a pesar de que España estaba entonces más caliente que los rodamientos de un tanque, el resultado fueron los pactos de la Transición, con una Constitución monárquico-cocotera que trató de elevar a los altares del imaginario colectivo el autonomismo extravagante, para estupefacción de todos los españoles, que se sintieron estafados, lo mismo en Andalucía o Murcia que en Cataluña y Vascongadas.
Como consecuencia de la estafa, los partidos nacionales, PP y PSOE, sufrieron en todas las consultas electorales autonómicas, durante muchos años, la abstención masiva de los españoles residentes en las “nacionalidades históricas”. Al parecer, a los españoles obreros y trabajadores por cuenta ajena, eso del autonomismo no era cosa que les concerniera o les interesase lo más mínimo.
Y ahora viene lo que hará saltar chispas de los cuernos de los partitocrátas... ¡Atentos, miradles las caras, y veréis que parece que estén cagando zarzas!
La solución al problema del pasotismo inmigrante, para el PP y el PSOE, facciones ambas del Glorioso Movimiento Nacional, fue la que se ha venido aplicando desde hace años: endurecer los nacionalismos hasta lo intolerable para que los ciudadanos se sintieran concernidos por su exclusión. Y luego, como única alternativa, la invención de unotro nacionalismo exnovo, intermedio entre el visceral católico y el blandiblue español, al que pudieran acogerse “maketos” y “charnegos”. No se ha dudado para ello en, desde el Estado Cocotero, abonar el terreno y proteger al terrorismo, a la ETA (y ésta ha sabido devolver los favores con oportunos atentados, como el asesinato del exconcejal vasco Isaías Carrasco, justo a tiempo para salvarle el culo a Zapatero en las Generales de 2008); tolerar e impulsar abusos lingüísticos y étnicos (Aznar, 1996); y fomentar la exclusión de todo español “no adaptado” al autonomismo. La prueba de que es cierto lo que digo es que, donde no hubo partidos nacionalistas históricos, como en Galicia, el PP actuó del mismo modo que CiU y PNV. El nacionalismo excluyente fue y sigue siendo una política oligárquica impulsada con firmeza desde el Estado, desde todos los gobiernos centrales, desde 1978 hasta ahora.
La solución para los españoles, por lo tanto, tras conocer que los partidos postfranquistas, nacional-católicos y falangistas, son sus únicos y verdaderos enemigos, es la opuesta: no dejarse concernir por los problemas autonómicos, confiar en que no existe otra España que la estatal, cuando se imponga la Democracia, y no participar jamás en consultas electorales autonómicas, como no sea para decir que no en un referéndum secesionista, o que sí en un referéndum para acabar con la autonomía. En el resto de consultas, si acaso, llevarse un buen montón de papeletas de listas electorales para limpiarse el culo gratis, y compensar algo el gasto que ocasiona este aparatoso régimen con tantos niveles partitocráticos, este lujo autonómico repugnante, sobre todo ahora que las economías familiares están más apretadas que los tornillos de un submarino.
Y ahora, tal como en Física se demuestra que una fórmula predice bien un fenómeno llevándola a los límites del rango, demostraré lo que digo, que la abstención a cal y canto es la única solución para los españoles, llevando al extremo ambas soluciones, la partitocrática y la popular. Tomemos como ejemplo en País Vasco, o sea, las provincias vascongadas españolas:
1. En el primer caso, supongamos que todos los españoles habitantes del País Vasco, asustados como cucarachas en un gallinero, exasperados y equivocados, se implican en la violenta dinámica política de los partidos y votan. Y se produce un reparto de escaños y, después, un pacto de gobernabilidad que permitiera a Patxi gobernar con apoyos del resto de izquierdas, incluida la separatista, y desplazar a Spock del sillón de Lehendakari. La consecuencia sería más autonomismo y más endurecimiento de políticas lingüísticas y de exclusiones para los inadaptados. Es lo que ha sucedido en Cataluña con el Tripartito pactado entre socialistas y separatistas; es decir: “Si nos han legitimado para ello, si es lo que quieren, démosles leña”. Por lo tanto, más vasquismo maketo y borroko. Y más odio de todos, incluso de los patxi-garcías, a todo lo español, condición ineluctable para la integración vasca. Lo resumo, porque tiene nombre: se llama nazional-socialismo.
2. En el segundo caso, no votan en el país vasco más que autonomistas del PNV, separatistas de HB y otras finas hierbas vascas, porque los españoles no se sienten maketos concernidos y se quedan en su casa, o pelándosela a sol. Los vascos-vascos se reparten entre ellos todos los escaños de un huero parlamento autonómico. Spock vuelve a ser Lehendakari, pero no es feliz, sino que se le ve más compungido que a un avalista de Madoff. ¿Por qué? Porque el PSE y el PP no han obtenido ni un diputado. Y en menos de un mes, el Parlamento español cambia la Constitución y suspende el régimen autonómico vasco (y todos los demás con éste) y Spock tiene que volver a vestir sotana jesuítica para salvar la pelleja.
Ya sabemos que el PSOE y el PP, fieles servidores de las oligarquías económicas regionales, con las que les gusta codearse y comer marisco, hacen todo lo que pueden por que la solución sea la primera. Pero ¿y tú, español que por albur vive en Álava, Guipúzcoa o Vizcaya? ¿Qué prefieres tú? ¿Qué os conviene a ti y a los tuyos?
Pues te diré lo que significan para ti ambas soluciones.
Con la primera, votando, ni serás vasco ni serás hombre, lamerás culos hasta que tu lengua pierda sus papilas, aceptarás que eres para siempre un ciudadano de segunda categoría, que es lo que te enseñan a ser en el PSE y el PP; y tus hijos te saldrán borrokos como De Juana Chaos, ex-miembro de Fuerza Nueva e hijo de teniente falangista. Y el País Vasco seguirá estando más atrasado que los huevos de un marrano.
Con la segunda, absteniéndote, no serás más que español, lo que no es ni bueno, ni malo ni regular, pero dejarán de discriminarte por ello. Y tus hijos serán como tú, gente con dos cojones que no se dejará humillar nunca. Y vivir en el País vasco dejará de ser tan peligroso como estornudar con diarrea.
Pero claro, entiendo tus dudas ante las urnas del domingo... Porque es imposible que suceda ninguno de los dos extremos, te dices. Y porque no paras de oír cantos de sirena de putas con carné que te lamen el oído: “Si no votas, ganarán los nacionalistas otra vez; y todo seguirá igual. Y tú serás un friki, pero muchos votarán PSE o PP y, como sacaremos varios diputados ambos, seguiremos medrando y no cambiaremos la Constitución, por lo tanto; y Spock seguirá al frente del Gobierno Vasco. ¿Lo ves, tonto del haba? ¡Vota al PSE! ¡Vota aunque sea al otro partido, en vez de al mío, pero vota, cabrón!”
Pero cuando Patxi monte el Tripartito vasco y humille a los españoles que lo han votado, dirá: "Como no he tenido votos suficientes para mandar solo, me veo obligado a pactar con los batasunos. De modo que esta política nazionalistas es culpa de los que no me han votado". Me crees, ¿verdad? Pero si es capaz de cambiar de política de esa manera, que es lo mismo que Montilla ha perpetrado en Cataluña, es una ramera. Sólo si, pudiendo pactar un Tripartito, no lo hiciera y se quedara voluntariamente en la oposición, pudiera haberse merecido tu voto. Pero eso es menos probable, no ya que pasar un camello por el ojo de una aguja, sino incluso que encontrarte a Zerolo en una casa de putas.
Si les haces caso, sabes el resultado: pactarán entre sí y te robarán hasta el virgo de tu hija, si es que no se lo han llevado ya, porque los habrás legitimado para ello. Y, de tanto comerles la polla cuatro años más, se le quedará la lengua a tu parienta como un rayador de queso.
Pero si no les haces caso, si pasas de ellos, suceda luego lo que suceda, no habrá sido cosa tuya, porque lo tienes muy claro. “Mientras en España no haya democracia, no voto. Soy ácrata”; y vivirás tan pancho, tanto si sigue mandando Spock, como si Patxi pacta con Herri batasuna y comunistas, y organiza el nazional-socialismo vasco (¡que no quiero ni imaginarme lo que va a ser!); y estarás más contento que un chino en el tranvía por haber sido el friki que escupió en las urnas de esos hijos de puta a tiempo.
Sé que es duro, pero si te taponas los oídos con cera, como un nuevo Ulises, de aquí al lunes, te partirás el culo de risa durante cuatro años en la trompa de todos esos tontucios, que estarán más corridos que perros en carnicería, que votaron en las Elecciones Autonómicas del 1 de marzo de 2009.
MALDITO HIJO DE PERRA
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