Delincuentes

Carlos Boyero

Muestran la subasta que han hecho de los bienes materiales de Bernard Madoff (los tangibles, cosa exquisita aunque liviana, no las previsibles montañas de dinero que habrá acumulado después de una esforzada existencia dedicada al latrocinio sofisticado, a robar a los ricos en provecho propio, sin la menor vocación revolucionaria) y descubres su consecuente pasión por el lujo, su sibarítico paladar, su lúcida convicción de que el exceso de pasta sirve fundamentalmente para rodearte de cosas hermosas. Y entiendes que este fulano tan listo y tan cínico ocupe un lugar de honor en la historia universal de la infamia, que sea carne de gran cine norteamericano sobre canallas con clase.


Paso de la fascinación por el ladrón foráneo al sonrojo en la racial pantalla de Telecinco ante Julián Muñoz, un golfo inequívocamente patrio, el antiguo asistente de aquel Capone populista que logró sucederle democráticamente en la alcaldía de esa cloaca de oro llamada Marbella.

No puedo imaginarme a este delincuente invirtiendo su botín en el placer de disfrutar de un Modigliani en su dormitorio, contratar a Barenboim para un concierto privado, acariciando primeras ediciones de los clásicos. Aunque sus robos le hubieran convertido en Craso, sólo puedes asociarlo con una película de Ozores, bailando Que viva España, Un beso en el puerto y La minifalda, regentando un burdel de carretera, presidiendo procesiones, trapicheando con coches de segunda mano y así. La concienciada defensa de la reinserción social que caracteriza a la sensible, lúdica y humanista Telecinco le ha ofrecido generosamente una segunda oportunidad al convicto y él se gana el duro sustento revelándonos enigmas que no se le hubieran ocurrido a Einstein, como: "Esto es rotundamente verdad y rigurosamente cierto", "pongo toda la carne en el asador para ser honesto", "las personas las considero personas", "le dije a Isabel Pantoja que se me estaba pasando el arroz, que el filete ya olía a podrido", etcétera. Deduzco en función del infalible share y de la sabiduría mercantil de Telecinco que el apasionante discurso de este hombre es la demanda más ansiada por los infinitos espectadores. No consuela sentir vergüenza ajena.

 

Comentarios
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Anónimo   |2009-11-15 13:14:24
CREÍA QUE SE REFERÍA A LA JUNTA DE EXTREMADURA QUE SON MUCHO PEORES QUE ESOS
FOLKLÓRICOS.
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