Félix Barroso Gutiérrez
REMEMBRANZAS.Hoy, domingo, día 23 de abril, con un cielo impoluto, que los campesinos preferían que estuviera aborrascado y llorando a lágrima viva, celebramos el ‘Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor’. La UNESCO se encargó de que esta fecha quedara fija en el calendario. Antes, se conmemoraba el 7 de octubre, en la creencia de que Miguel de Cervantes Saavedra había nacido tal día. Surgieron dudas, porque lo cierto es que no se sabe con certeza cuándo vino al mundo el creador de ‘El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha’. Pero sí se conocía con exactitud el día de su entierro, que no fue otro que el 23 de abril, coincidiendo con el óbito de otros dos grandes literatos: Garci Lasso de la Vega y William Shakespeare.
Rebobinando hacia atrás el cliché de los recuerdos, me veo en un pueblo con carreteras polvorientas, asentado entre moleñas y pizarras y rodeado de sierras por todas partes menos por el meridión, donde se abre la encajonada brecha del Alagón. En el ejido, se alzaban dos nobles edificios de piedra, con amplios ventanales, patios y jardines. Completamente bioclimáticos. Muy avanzados para su época. Fueron levantados durante la II República, período en el que, exceptuando el ‘Bienio Negro’, hubo auténtica hambre de saber, se dignificó a los maestros y se levantaron miles de escuelas. Desgraciadamente, en los modernos tiempos de la espuria democracia que tenemos (carece de legitimidad de origen), la piqueta entró a sacó y echó abajo esos dos templos pedagógicos, cuando solo padecían de algunas humedades, que podían haber sido saneadas perfectamente. Se las cargó la ignorancia, afectada por la epidemia de una modernidad mal avenida y mal encarada.
Había otras escuelas más modernas, pero no con recios muros de piedras. Tampoco podían presumir de bioclimáticas. Aquí se encontraba una biblioteca que se reducía a un armario acristalado y lleno de libros. Sentía auténtico vértigo por quemarme las pestañas sobre cualquier papel escrito. En casa de mis padres, sobre la mesa camilla que había en el modesto ultramarinos siempre estaban el periódico ‘Ya’, un periódico de derechas fundado por la ‘Editorial Católica’ en 1935, y ‘El Promotor de la devoción a la Sagrada Familia’, que nació el 1 de julio de 1896 y todavía se sigue publicando. El ‘Ya’ solo venía una vez a la semana, y ‘El Promotor’, una vez al mes. Era lo que tocaba. Estaba todavía vivita y coleando la tiránica dictadura franquista y las familias tenían que demostrar su espíritu nacionalcatolicista, aunque la procesión fuera por dentro. Solo me interesaba el ‘Ya’ para hacer los crucigramas y las sopas de letras.
Me atraían mucho más los libros que, llenos de polvo, que encontré en la troje de casa, que había sido la de mis abuelos paternos. Tuve dos tías maestras y, entre otros trastos, un montón de libros de sus etapas de estudiantes. La memoria me trae algunos títulos que me impactaron: ‘El Papa del Mar’, edición 1925, de Vicente Blasco Ibáñez; ‘Robisón Crusoe’, de Daniel Defoe, ejemplar de la famosa editora ‘Saturnino Calleja’, año 1876, o ‘Tartarín de Tarascón’, de Alfonso Daudet, edición 1944. También di con un libro con el sello de ‘Patronato de Misiones Pedagógicas’, del año 1934. Su autor era el celebrado naturalista francés Jean-Henri Fabre. Se titulaba ‘La Vida de los Insectos’. Me sirvió en gran manera para sentir enorme atracción por la naturaleza, sumergirme en ella y patearme, de manera multidisciplinar, alcores y hondonadas, fragosas sierras, congostos y penillanuras. Muchas veces, atrapando insectos, que, luego, examinaba con lupa en mano, los adormecía con formol y procedía a su disección. Por ello, cuando me preguntaban qué quería ser de mayor, respondía siempre que entomólogo. Tal vez, por tales razones, en un test vocacional que nos hicieron en el curso de COU, me aconsejaron, a tenor de mis respuestas, que eligiera entre medicina, veterinaria o biología. Pero también me atraían las piedras y sus mundos arqueológicos y no fue fácil bracear en tan azulenco mar de dudas.
Me devoré todos los libros que saqué de la troje y otros muchos que se cobijaban en la humilde y desabastecida biblioteca escolar. Continúo siendo un lector empedernido. En mi mochila, siempre viaja, en mis aventuras arqueológicas y entomológicas por esos campos que dejaron de estar antropizados y donde se rompieron las cadenas tróficas que están acabando con la microfauna, un libro de interesantes páginas. Amo a los libros y los mimo porque me valen más que el oro en paño. Ya lo decía el animador, guionista y productor de cine Walt Disney: ‘Hay más tesoros en los libros que en todo el botín de los piratas de la isla del Tesoro’.
ESTADO PANDÉMICO DE LA REGIÓN EXTREMEÑA
Puesto que la consejería de Sanidad de la Junta de Extremadura ya no facilita datos sobre los fallecidos e ingresados por Covid-19, solo hemos podido saber que, a fecha del pasado viernes, día 21 de los corrientes, había 25 pacientes en los hospitales extremeños y uno de ellos en UCI. Por lo tanto, la pandemia no ha llegado a su fin. Que sepamos, oficialmente no se ha dado por erradicada. Seguiremos informando.
RADIOGRAFÍA DE LA ACTUALIDAD SOCIOPOLÍTICA.
La doble vara de medir del Gobierno de España, especialmente de su Ministerio de Asuntos Exteriores, está llamando a voces al ‘Tío de la Vara’ para que les monde bien las costillas a quienes están al frente de tal ministerio y al propio presidente de la nación por consentir tanto desafuero. Si no teníamos bastante con la vergonzosa e irresponsable entrega del Sahara Occidental a Marruecos, pasándose por debajo dela entrepierna el papel de la ONU y el referéndum prometido entre los saharuis, para que de una puñetera vez se libren de las afiladas garras de la autocracia, por no decir dictadura, marroquí… Pues, eso: si no teníamos bastante con los del Sahara, ahora los responsables de Exteriores, que tiene al frente, como ministro, al señor José Manuel Albares Bueno, mostrando, una vez más su perruno servilismo a los intereses dominadores, colonizadores e imperialistas de los EEUU, se acaban de sumar a la petición del citado país para solicitar, ante la ONU, la liberación del reportero Evan Gershkovich, encarcelado en Moscú, al ser acusado de espionaje. Este reportero es corresponsal del periódico yanki ‘The Wall Street Journal’.
Resulta bochornoso y escandaloso que nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores se adhiera a una petición de otro país (manda quien manda y es penoso quienes le obedecen, tratándose del ‘sheriff mundial’) cuando el periodista español Pablo González Yagüe, del periódico ‘Público’, lleva más de un año en una cárcel de Polonia, acusado, sin pruebas, de ser un espía ruso. El Gobierno español ni siquiera se ha molestado en exigir de manera pública su libertad. Solo se limita a decir que está recibiendo apoyo consular, y resulta que los tribunales polacos han rechazado hasta por cuatro veces las peticiones de la defensa del periodista vasco en orden a que se eliminen ya las continuas prolongaciones de su prisión preventiva. Pablo nació en Rusia, al ser nieto de uno de los niños españoles que fueron acogidos por este país, procedentes de la zona republicana, en los años de la guerra de sedición (mal llamada ‘guerra civil’) que iniciaron en julio de 1936 un hatajo de criminales golpistas.
Cuando tenía 9 años, sus padres se divorciaron y él, junto con su madre, se marcharon a España, asentándose en el País Vasco. Fue detenido por los gendarmes polacos cuando cubría la crisis de refugiados que había generado la guerra de Ucrania. Detenido en un país de la Unión Europea: Polonia, que venía siendo una de las bestias negras de dicha Unión por su Gobierno de ultraderecha, que traía de cabeza a los mandamases de Bruselas. Pero todo fue volcarse el Gobierno polaco a favor de los ucranianos y visceralmente en contra de los rusos, para que Bruselas le perdonara todos sus pecados y les animara, con palmaditas en las espaldas, a seguir en esas tesituras. Poco importaba ya que el Gobierno, la Judicatura y millones de ciudadanos polacos fueran o simpatizaran con la extrema derecha, el caso es que siguieran las consignas de Joe Biden y sus perros cancerberos y atornillaran a Rusia.
Es posible que Polonia sea premiada por su abierta belicosidad ante los rusos. Los EEUU llevan la batuta y todo apunta a que, si Rusia hinca el pico ante el poderío de la OTAN, el brazo armado del ‘Tío Sam’, se encargaría de resucitar la vieja federación desde el Báltico al Mar Negro: el ‘Miedzymorce’ o ‘Intermarium’, integrada por Ucrania, Polonia y la Rusia europea, como en los siglos XVII y XVIII. Es todo un anhelo con el que se sueña la derecha y ultraderecha polaca, en especial Mateusz Morawiecki, su ultraconservador y reaccionario primer ministro. Todo sea a mayor gloria del expansionismo unilateralista y la globalización neoliberal-capitalista. Pero, mientras, el periodista Pablo González Yagüe seguirá en los calabozos polacos, y nuestro ministro de Asuntos Extreriores, con la aquiescencia del jefe de filas, el señor Sánchez, animando a sus conmilitones a arrimar el hombro para que Rusia libere al corresponsal del periódico estadounidense, acusado de compendiar informaciones secretas sobre el complejo militar ruso en la ciudad de Yekaterimburgo. Trágico y sombrío panorama. Sánchez y los suyos, e incluso algunos ministros rojimorados, parecen desconocer la Historia. Más vale que se acordaran del 25 de enero de 1898, cuando el acorazado ‘Maine’ saltó por los aires.POÉTICA
Nos vamos con nuestros ‘Poeta de la Niebla’ (seudónimo más que conocido, por lo que puede que esté sobrando). Un nuevo poema, que, como es usual, tiene mucho que ver
con la primera parte de nuestra crónica. De su poemario ‘Arqueologías’.
TEST
Madrid. Año del que perdí la cuenta.
En la capital que, lamentablemente, dejó de ser de la República
y caería en poder de los Borbones.
El brazo incorrupto de Santa Teresa iniciaba proceso
de descomposición y el tirano iba perdiendo fuelle.
Año del COU. Nos pasaron un test vocacional.
Había ítems que hablaban de anatomía,
disecciones e incursionaban por el mundo de los bichos.
Aquello me molaba y encendía lucecita en mi cerebro.
Me tocó la vez y pasé al despacho del psicólogo de turno.
Tres opciones barajaba orientador
para enfrentarme a caminos inescrutables del destino:
Veterinaria, Medicina y Biología,
haciendo hincapié en esta última materia
y augurándome destacado puesto de entomólogo.
Pero él no sabía que otra llama fogoneaba
por el mapa de mi mente e iba ganando la partida.
Se diversificaba mi ilusión
por todo lo que había debajo de la tierra.
Los test nada decían sobre prehistorias y sus piedras.
No olvidé, sin embargo, a mis dilectos y hexápodos insectos,
amigos íntimos después que firmé la paz con ellos.
Sigo saludándolos en mis trotes por los campos.
Ya saben que no les daré mi cuerpo. Lo doné a la Ciencia.
Lo siento, amigos. Hay que ayudar al prójimo.