República y revolución

LA SAGA

ARTURO DEL VILLAR. HEMOS de aceptar que España no forma parte de Europa, ya que demuestra con sus hechos que la involución social propiciada por los 36 años de dictadura fascista se ha continuado inexorablemente en la monarquía del 18 de julio instaurada por el dictadorísimo precisamente para eso, para perpetuarse en el tiempo con las transformaciones superficiales necesarias. Es cierto que se ha producido un relevo generacional, y que buena parte de la población actual no padeció aquellos años de horror y miseria, pero no lo es menos que la actuación de los sicarios de la dictadura alcanzó todos los aspectos de la sociedad y la transformó. Los cambios en la nomenclatura del país se quedaron en la epidermis, sin profundizar en la esencia de la realidad social, porque a la muerte por ancianidad del dictadorísimo se llevó a cabo la evolución del sistema preparada por él mismo para garantizar la continuidad de su régimen genocida con otros nombres.

No hubo una necesaria revolución que pusiera fin definitivamente y de raíz a todo el establecimiento político mantenido durante el largo período dictatorial. El sistema creado por la fuerza y el terror había llegado a contaminar completamente las instituciones, que se mantenían por inercia. La evolución de la dictadura fascista a la monarquía fascista siguió los planes previstos en las leyes sucesorias, y se mantiene todavía vigente.

El designado sucesor a título de rey por la única voluntad omnímoda del dictadorísimo le juró sobre los Evangelios lealtad a su menguada persona y fidelidad al corpus legislativo acumulado, aunque fuese de hecho ilegal, dada la manera en que se aprobaba. En dos ocasiones, durante la última enfermedad del dictadorísimo, su delfín asumió la Jefatura del Estado con absoluta normalidad, dentro de la anormalidad representada por el régimen derivado de una guerra provocada por un golpe de Estado militar. Todos los cargos políticos, militares y judiciales se mantuvieron en sus puestos.

Hubiera hecho falta una revolución social para que desapareciese la administración dictatorial, pero solamente se produjo una evolución en los nombres. Los nuevos responsables de la orientación política del reino, que eran los antiguos de la dictadura, se aplicaron en transformar la apariencia de la sociedad, sin tocar el fondo. No se juzgó a nadie por los crímenes cometidos durante la dictadura, debido a que los criminales continuaban en sus puestos, y el Ejército garantizaba la estabilidad del sistema.

La palabra República estuvo prohibida durante la dictadura. Los republicanos supervivientes de la guerra se exiliaron o fueron encarcelados a causa de su ideología simplemente. Los nacidos durante a larga noche dictatorial fuimos educados en el desprecio por la República, considerada causante de todos los males españoles. A la instauración de la monarquía fascista estuvieron prohibidos inicialmente los partidos republicanos y comunistas, legalizados por fin con la intención de aparentar una normalización de las libertades generalizadas en cualquier país democrático.

Fue otra operación de transformismo exterior que al parecer engañó a la opinión pública internacional. De hecho, las asociaciones republicanas están descartadas de cualquier ayuda estatal, como la que presido. Y esto sucede con todos los gobiernos, ya se presenten como izquierdistas o reformadores. No existimos, aunque estemos registrados en el Ministerio del Interior. Cuando proponemos la celebración de un referéndum para permitir a los españoles decidir la forma de Estado preferida, como se hace en todos los países civilizados después de superar una dictadura, nos responden que no es necesario.

Alegan los gobernantes que la monarquía del 18 de julio instaurada por el dictadorísimo garantiza el disfrute de las libertades ciudadanas, pero eso es falso. Lo demuestran los escritores y dibujantes condenados a penas de cárcel y económicas por no aceptar la monarquía fascista, así como los exiliados políticos huidos del reino para evitar la prisión por el mismo motivo.

Es la hora de terminar con esta situación tercermundista. Debemos mostrar el orgullo de ser republicanos, y conquistar las libertades políticas y sociales a las que tenemos derecho. Denunciamos las agresiones policiales  en las manifestaciones, y la persecución por parte de los jueces cuando exponemos pacíficamente nuestras ideas políticas. No es más que otra demostración de la corrupción de la monarquía fascista en todos los órdenes, que nos anima a repetir el grito de los revolucionarios de 1868: ¡Viva España con honra! ¡Abajo los borbones!

ARTURO DEL VILLAR
PRESIDENTE DEL COLECTIVO REPUBLICANO TERCER MILENIO

Comentarios
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1975 DE AQUELLOS BARROS.....   |2023-04-14 12:44:20
ALGO CAMBIÓ PARA QUE TODO SIGUIERA IGUAL
carlitos way   |2023-04-14 12:45:26
El fraude de 1978 fue inmensamente insuperable, el problema es que aún lo
seguimos sufriendo
urbanita   |2023-04-14 12:46:16
el régimen del 39 mutó en el régimen de 1978
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