Félix Barroso Gutiérrez
REMEMBRANZAS.Pisamos ya el mes de marzo y hoy, en su primer domingo, han empezado a llorar los cielos. Sus hipidos son, por de pronto, algo suaves y bien que les gustaría a los labriegos que fueran más escandalosos y se convirtieran en auténtica llorera. Febrero fue un rácano y no nos dejó ni una gota de agua. Sabido es que marzo tiene su arranque en la voz latina ‘martius’, que fue, años ha, el primer mes del calendario romano. ‘Martius’ procede de ‘Mars’, que era el dios Marte, belicoso a más no poder. Nada de extrañar que fuera el dios de la guerra. Nuestro paisano Gonzalo Correas Íñigo, que fue un celebrado gramático, helenista, humanista, ortógrafo, paremiólogo y lexicófrago nacido en el pueblo cacereño de Jaraíz de la Vera en 1571, en su ‘Vocabulario de refranes y frases proverbiales’ (1627), no deja muy bien parado al mentado mes.
Zarandea y se burla de los pastores: ‘Si marzo vuelve de rrabo, no dexa kordero enalmagrado, ni pastor enzamarrado, ni carnero enzenzerrado’. O aquel otro que establece el siguiente diálogo entre una vieja y el mes: ‘¡Allá vayas, marzo marzocho! / Acá me quedo yo con mis becerros, todos ocho. / ¡Calla, vieja falsa y ruin!, / que allá viene mi hermano abril / y con los cueros a la feria habréis de ir’.
También lo deja con el culo al aire un poeta como Luis de Góngora y Argote, quien, en el poema ‘Duélete de esa puente, Manzanares’, al escarnecer la triste y escasa corriente de agua que arrastra ese río, mete por medio, con sorna, al mes de marzo: ‘Hoy, arrogante, te ha brotado a pares / húmedas crestas tu soberbia frente, / y ayer me dijo humilde tu corriente / que eran en marzo los caniculares’. Bien dijo quien dijo que el poemario ‘Trilce’ estaba vertebrado con cosmovisiones del Perú norteño, porque César Vallejo, rompiendo a cachos el pasado literario, revolucionó el mundo poético y se dolió en sus versos, desgarrándose hasta el infinito. El hermetismo quedaba servido: ‘Canta el verano, y en aquellas paredes / endulzadas de marzo, / lloriquea, gusanea la arácnida acuarela / de la melancolía’. Pero dejemos los vanguardismos revolucionarios y otras poéticas marceñas y cojamos la mochila, yéndonos, con nuestra soledad querida a cuestas, a patearnos la autenticidad de marzo sobre la epidermis, la dermis y la infradermis de nuestros campos. Son nuestros hijos pródigos, que derrochan con nosotros todo lo que tienen y no nos piden nada a cambio.
Me gusta ir solo, porque la soledad bien avenida no necesita de compañía. ¿Qué más compañía quiero si me sobrevuela una infinidad de aves que ya barruntan la cercana primavera? ¿Qué más compañía quiero si caminan a mi lado los pegajosos jarales, los verdes de las escobas y retamas, el rosa de los brezales y un sinfín de quercíneas que bajan y, a su vez, suben las lomas? ¿Qué más compañía quiero que ese rumor de arroyos y gargantas y el rumor silencioso de lagunas y de charcas? ¿Qué más compañía quiero si marzo es fiel a sí mismo y no me es engañador, brindándome un día malo y otro peor, cuando para mí el tiempo que hace su tiempo siempre será buen tiempo? ¿Qué más compañía quiero si me llevo a mí mismo, a mi libreta y a mi lápiz? George Gordon Byron, que, pese a ser bajito, zambo y patihendido del pie derecho, era sumamente atractivo, aparte de un fervoroso revolucionario y un genial poeta, dijo aquello de: ‘Solo salgo para renovar la necesidad de estar solo’. Aplausos. Otro poeta, vasco para más señas, Gabriel Celaya Leceta, comentó: ‘A solas soy alguien. En la calle, nadie’.
Entramos en marzo y también hay que cantar sus bondades, que ‘en marzo da el sol en la sombra y canta la alondra’. Por estos tesos y valles, también refieren que ‘Pol San Matías, de marzu al quintu día, da el sol en la sulumbría, temprandu las aguas frías y canta la cutuvía y el pastol toca la chirimía’. Quizás, demasiado bucólico. Pero nosotros, en los pasados antruejos, que poco hace que los celebramos, nos hartamos de zamarrear los cencerros para alejar todos los males del invierno y despertar a la Madre Tierra. Y cuando decimos todos los males, nos referimos a todos. Porque no puede ser - ¡escúchenos bien la Madre Tierra! - que, mientras unos engordan como cochinos de macrogranjas fabricando criminales pólvoras, otros sean despanzurrados por ellas. Tan culpables son quienes las fabrican como quienes las envían. Ya lo decía con diáfana rotundidad el escritor y filósofo francés Paul Valéry: ‘La guerra es una masacre entre gentes que no se conocen, para provecho de gentes que sí se conocen pero que no se masacran’.
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ESTADO PANDÉMICO DE LA REGIÓN EXTREMEÑA
Los únicos datos respecto a la última semana es que no ha habido ningún fallecimiento, son los siguientes: hay 17 hospitalizados por Covid-19 y se han producido 124 nuevos casos de contagio. La incidencia acumulada a los 14 días en mayores de 60 años se reduce a 52 casos por 100.000 habitantes. Va en retroceso acelerado la pandemia y, posiblemente, en breve, deberemos cambiar el título de nuestra columna.
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RADIOGRAFÍA DE LA ACTUALIDAD SOCIOPOLÍTICA
Históricamente, las fuerzas políticas de la derecha política de este país siempre han ido tras los pasos de la derecha económica. Ambas derechas son de la misma opinión, porque duermen en el mismo colchón. Ahora, con la escapada de la empresa ‘Ferrovial’ a los Países Bajos, esta derecha montaraz, que solo habla de la Patria como su cortijo, se ha retratado a la perfección. En vez de apoyar a las clases trabajadoras (¿acaso lo hizo alguna vez a lo largo de esta etapa democrática?), se limita a criticar con afilados dientes a la política fiscal del gobierno de la nación, tachándola de restrictiva, dura y sancionadora contra ese emporio empresarial del Íbex-35. Nada de apoyar tímidas reformas laborales que beneficien a los trabajadores.
Nada de criticar que el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi Lecanda, se suba un 9% su astronómica nómina, rozando los 400.000 euros anuales (gana más en un año que el conjunto de vecinos de un pueblo rural de la España Vaciada y Esquilmada que cobran el Ingreso Mínimo Vital). La derecha política se ha lanzado ante el objetivo de la cámara y ha sido retratada. Analistas políticos hay que ya hablan de ‘una gran operación orquestada por los poderes fácticos financieros de la economía española para asestar un golpe definitivo al Gobierno de coalición’. La derecha de este país no está por la labor de que paguen más impuestos los que más tienen. ¿Cómo va a estarlo si los grandes tiburones están afiliados o contribuyen con sumas económicas para la buena marcha del Partido Popular? Solo basta con ver, en las causas judiciales que se abrieron y que siguen abriéndose contra el citado partido, las firmas de constructoras y otras empresas que contribuyeron a crear toda una red corrupta. El Tribunal Supremo ya dejó rotundamente claro que el PP se comportó como una organización para delinquir y todos los dirigentes que cobraron sobresueldos lo hicieron porque en su partido se robaba inflando contratos de obra pública.
¿Será cierto que Alberto Núñez Feijoo, como señalan algunos, tiene ya un plan preconcebido en referencia a otras posibles fugas de empresas? Todo apunta a que, en los bajos fondos del PP, se está animando, a tenor de ciertas fuentes, a que otras empresas tomen el mismo camino que ‘Ferrovial’, arreando esos patriotas de pacotilla un tremendo hachazo a la credibilidad de España en Europa y propiciando una paralización del crecimiento económico.
Ello nos llevaría a una flagrante recesión, por lo que Bruselas podría intervenir y congelar las ayudas destinadas a nuestro país. Toda una política de acoso y derribo por parte de la derecha, que demuestra, una vez más, como lo demostró históricamente tantas veces, que, cuando ella no tiene el poder en sus manos, juega de manera sucia, importándole un carajo los valores democráticos o la ciudadanía. Ya supieron los españoles de la conjura de las derechas para dar y apoyar golpes de Estado y propiciar guerras civiles. Aún siguen pensando, como los fundadores de tal partido, que España es patrimonio suyo y no puede dejarse en manos de las ‘hordas socio-comunistas, filoetarras y separatistas’. Ellos son los legítimos descendientes de don Pelayo, de los Reyes Católicos, del padre Ripalda y, en gran medida, de los franco-falangistas que pusieron la primera piedra de ese partido que llega a confundirse, en algunas sesiones del parlamento, con la ultraderecha ‘trumpista’ o ‘bolsonarista’; nada que ver con una derecha moderna, centrada y liberal.
¿De qué se queja el mundo empresarial y su brazo político cuando, en España, en estos años de democracia tambaleante, las empresas han recibido cuantiosas ayudas y se ha desmantelado gran parte del tejido público, privatizándolo y yendo a las manos de quiénes podían acceder a él, que, por supuesto, no eran las clases trabajadoras? Se ha privatizado con el PSOE y con el PP. Que privatice la derecha, va en sus genes; pero que lo haga gente que se llama de izquierdas, es como para hacérselo mirar. Entendemos perfectamente que, ante lo que está ocurriendo, haya ministros de Unidas Podemos que han puesto el grito en el cielo. Alberto Garzón Espinosa, ministro de Consumo, afirmó en Valencia recientemente que, ante la decisión de ‘Ferrovial’ de trasladar su sede a los Países Bajos, que tal empresa ‘representa el modelo clientelar y caciquil que ha imperado durante bastante tiempo en España; siempre ha estado dispuesta a recibir dinero de contratos públicos, pero nunca ha estado dispuesta a sufragar derechos sociales como la sanidad, la educación y las pensiones públicas’. Por su parte, Ione Belarra Urteaga, ministra de Derechos Sociales, después de calificar a ‘Ferrovial’ de ‘empresa pirata’ y de haberse llevado 1.000 millones en contratos públicos durante esta legislatura, exigió ‘atar corto a Ferrovial y exigirle que devuelva hasta el último euro que le dieron los españoles y las españolas’.
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Ponemos punto y final a nuestra crónica, recogiendo un nuevo poema de ‘El Poeta de la Niebla’, perteneciente a su poemario ‘Del Telúrico Son de la Tierra’, en conexión con algunos párrafos de su primera parte.
SOLEDADES
A la fuerza me hizo oír la vida
el furor de la soledad
que no es buscada; ese martilleo
en sienes que te hace vagar
de la nada al vacío y que solo
suena a botellas de vino
en tascas anodinas. Fue
en la gran ciudad, donde hace frío
aunque la estufa esté encendida.
Pero también digo que hoy busco
la soledad que me es querida,
la que me suena a partitura
clásica, pese a andar rompiendo
mares de encinas y retamas.
Por ello, huyo del cotidiano
mercadear de la palabra
y guardo para mí las tardes
donde soledad me ampara.