Arturo del Villar
LA operación de limpieza de los elementos nazifascistas que operan desde Ucrania podría estar ya concluida, si no fuera por el empeño conjunto de las naciones imperialistas de América y Europa por continuar ordenando a sus fabricantes de armas y equipos que continúen enviándolos a la región, para mantener el conflicto. Así lo reconoció explícitamente el dictador ucraniano Zelensky, el antiguo payaso televisivo reconvertido en político, el día 10 de junio, al solicitar a sus amos de la Organización Terrorista Agresiva Nefanda (OTAN) el envío urgente de material bélico, porque su ejército se ha quedado desarmado. Pidió recibir de inmediato obuses, cohetes de lanzamiento múltiple, tanques, vehículos blindados y drones. Tendrían que haberse rendido hace tiempo sus tropas, si no fuera porque a la OTAN le interesa continuar dirigiendo esas operaciones encaminadas a desgastar al ejército ruso.
Es cierto que de ese modo mueren civiles y militares innecesariamente, pero esa cuestión le sirve también para renegar de la guerra y achacar todos sus desastres a la Federación de Rusia. La eficaz propaganda belicista propalada por las agencias de Prensa occidentales, todas ellas de obediencia gringa, muestra edificios en ruinas bombardeados por la Federación de Rusia, niños abandonados a causa de los disparos rusos, soldados muertos con horribles heridas provocadas por los obuses rusos, ancianas llorando por sus hijos muertos debido a los ataques rusos, exiliados que han perdido todas sus pertenencias por culpa de los avances rusos, etcétera. El maniqueísmo es útil para convencer a la opinión pública internacional de quiénes son los buenos y quiénes los malvados en este conflicto, según el reparto de papeles dado por el emperador gringo.
Explicó también Zelensky que en la ciudad de Sievirodonetsk en esos momentos se combatía por la posesión de cada metro de calle, pero no se conseguía nada práctico sin armas. Es una confesión de los motivos que prolongan este conflicto, que debiera haber concluido hace meses si no fuera por la injerencia de los países imperialistas de la OTAN. Ningún ejército puede librar batallas sin armas, está obligado a rendirse, pero el ucraniano está servido permanentemente por los fabricantes de la OTAN.
Al mismo tiempo, el ministro de Defensa de la Federación de Rusia, Serguei Shoigú, informó sobre la destrucción de gran cantidad de armas y equipos militares almacenados en la región oriental de Donbás, enviados por los países de la OTAN para prolongar los combates cuanto tiempo convenga. El conflicto se mantiene, está archidemostrado, por los intereses industriales de los países fabricantes de armas y equipos. Las guerras son un buen negocio para los países imperialistas. Por eso la historia de la humanidad contiene una sucesión de guerras inútiles, porque no resuelven nada
REZOS Y DINEROS
De esto no se ha enterado el papa Paco, que pretende poner fin al conflicto consagrando a Ucrania al inmaculado corazón de la Virgen María y promoviendo rezos del rosario, además de recoger dinero en sus templos repartidos por todo el mundo con el propósito de dárselo a los ucranianos para que adquieran más armamento en los mercados internacionales. El dinero es más necesario que las oraciones. Hasta ahora no ha llegado ninguna ayuda del reino de los cielos. La predilección de Paco por uno solo de los contendientes queda comprobada. Otra demostración de que el conflicto está motivado y mantenido por intereses económicos imperialistas únicamente. La guerra va a durar tanto como les interese a los fabricantes de armas gringos.
Por otra parte, el domingo 12 de junio tuvieron lugar unos acontecimientos en la Federación de Rusia, que muestran cómo las guerras no consiguen hacer que la gente pierda su alegría de vivir. En las ciudades liberadas de Jerson, Zaporiyia y Melitopol se conmemoró el Día de Rusia, para festejar que el presidente Putin ha concedido a todos los habitantes de la zona la ciudadanía rusa. En todos estos lugares hay paz y circula el rublo como moneda oficial.
Y en Moscú se produjo una transformación callejera aparentemente poco importante, pero de gran significado popular: el cambio de titularidad de 15 establecimientos de comida rápida, especializados en hamburguesas y patatas fritas. El 31 de enero de 1990 quedó inaugurado el primer McDonald’s en Moscú con gran éxito, hasta el punto de haber alcanzado la cifra de 850 establecimientos a principios de este 2022, con 62.000 empleados. Las pésimas críticas cosechadas internacionalmente por esta comida calificada generalmente de basura no asustaron a los ciudadanos rusos.
Ha sido precisamente el comienzo del conflicto ucraniano lo que ha incitado a la compañía gringa McDonald’s a renunciar al mercado ruso tan beneficioso. Las presiones políticas pueden más que los beneficios económicos. El emperador gringo quiere aplastar a la Federación de Rusia, y para alcanzar ese objetivo utiliza todos los medios a su alcance, incluso el chantaje a las compañías que obtienen beneficios. En su criterio incuestionable, cuanto sucede en la Federación de Rusia es malo, de modo que es preciso condenarlo y en lo posible exterminarlo.
La empresa Vkusno-I Tochka, que puede traducirse por “Rico y Ya”, de capital ruso, sucede a la gringa. Su logotipo contiene un círculo rojo que representa una hamburguesa, y dos superficies alargadas de color naranja representando dos patatas fritas. Según su director general, Oleg Paroev, para finales de este mes de junio estarán en servicio más de doscientos establecimientos, que ofrecerán a los ciudadanos rusos la mayor calidad en los productos y a excelente precio. Una hamburguesa doble con queso costaba antes 160 rublos, mientras que ahora su precio es de 129 rublos. Puede que sea el único capítulo positivo para los ciudadanos, haberse librado de la comida basura proporcionada por esos fogones gringos, en espera de que llegue el milagro anunciado por Paco.
ARTURO DEL VILLAR
PRESIDENTE DEL COLECTIVO REPUBLICANO TERCER MILENIO
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