Félix Barroso Gutiérrez
Pisamos los umbrales del mes de mayo y nos vienen ecos de aquel viejo refrán de estas tierras, que dice: “Pol la frol de la ehcoba, pari la loba y, pol el día de la Crú, loh lobítuh ven la lú”. Cierta ternura se desprende del adagio, que no siempre el lobo fue un engendro del averno para los sufridos labrantines de estos esquistos y moleñas. Aquella otra nana, que recogimos a la paisana Rufina Corrales Calle, reitera lo que decimos: “Duérmiti, el mi niñu, / duérmiti un poquinu, / que ya se dormierun / loh cincu lobínuh. / Duérmiti, el mi niñu, / y no te m,acuérdih; / loh cincu lobínuh / en la cueva duermin”. Florecieron las escobas y muchas partes de estos términos están cubiertas de oro viejo. La retama negra (“Cytisus scoparius”), que nuestros campesinos llaman “ehcoba rubia” o escoba a secas, están que vierten su esplendor por sus flores amarillas y papilionadas.
Pero ya no hay lobas por estos peñascales ni lobitos que abran sus ojos el día de la Cruz de Mayo, cuando la villa jurdana de El Casar de Palomero celebra por todo lo alto su fiesta de la “Crú Bendita”; todo un símbolo legendario, engarzado con las violentas algaradas antijudías que se produjeron por diversas demarcaciones españolas en los siglos XIV y XV. Días también estos en que abril da sus últimos coletazos y a la puerta llama mayo, “cuandu deja la mohca al güé y se va al caballu”. Tiempos de alegres romerías, salpicando nuestras geografías de bulliciosas fiestas, que destacan por su carácter “identitario”, como cohesión y reafirmación de las relaciones entre los vecinos del pueblo que las celebra y que exaltan los valores y los símbolos propios de un colectivo que tiene un sentido muy claro de pertenencia a una determinada comunidad. Romería viene del latín “romarius”, palabra que designa a todos aquellos que peregrinaban a Roma en los albores del cristianismo. Pero no hay que confundir romería con peregrinación.
La romería implica un carácter más jaranero, de tirar la casa por la ventana, de romper ciertos tabúes y retozar por la pradera de forma más libertina y libertaria. Era la ocasión propicia para que las mozas, como dicen por estos lugares, “jarrearan una perinalta al airi” (desmadrarse) y saliera el sol por donde saliese. De aquí que los veladores de la ortodoxia se escandalizasen y se crease todo un relato literario represor, surgiendo un mundo de refranes y dichos que sancionaban ferozmente las libertades romeriegas. Uno de los censores furibundos fue el teólogo, poeta y astrónomo Fray Luis de León, nacido en la ciudad conquense de Belmonte en 1527. Fue un auténtico machista. En su obra “La Perfecta casa” y otros opúsculos, escribe “anatemas” tan encorsetados como cuando afirma que “…así la buena mujer, quanto para de sus puertas adentro, ha de ser presta y ligera, tanto, para fuera dellas, se ha de tener por coxa y torpe”.
Denigra las romerías y da por bueno el dicho de “ir romera y volver ramera”. También Gonzalo Correas, en su “Vocabulario de refranes y frases proverbiales” (1627), nos muestra refranes semejantes: “A las romerías y a las bodas van las locas todas” o “moza muy disantera, o gran romera o gran ramera”. Anota otro refrán: “Romería de cerca, mucho vino y poca cera”, donde se significa que la devoción se pospone al jolgorio y al follón. Francisco López de Úbeda, escritor y médico, fue un personaje heterodoxo y rompedor, que dio a la imprenta la obra titulada “La Pícara Justina” (1605), una empedernida romera que se lo pasó a lo grande yendo de romería en romería. Por el carácter atrevido de sus páginas, fue criticada hasta por Miguel de Cervantes y, posteriormente, por el ultraconservador y reaccionario Marcelino Menéndez Pelayo.
A un servidor, en sus años mozos, también le tocó censurar y triturar la romería del pueblo que le vio nacer, pero fue por su carácter clasista, mojigato, caciquil, elitista y oligárquico. El día de la romería al pueblo se le instaba a acudir a misa, pero la fiesta solo era para las fuerzas vivas y arrimados, que se zampaban buenas calderetas de cabrito, bien regadas por los caldos de la tierra, a cuenta de las arcas públicas, y al pueblo solo le llegaba el olor de los guisos. Al final, en 1984, siendo alcalde el paisano Eloy Gutiérrez Montero, se aprobó nuestro proyecto de “Romería Popular” en la dehesa boyal y comunal y, hoy en día, rompemos todos los moldes y, como somos unos iconoclastas, insumisos, disidentes y herejes, bendecimos con nuestros hisopos el adagio transgresor: “Ir romera y volver ramera no es del todo mala carrera”.
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Subimos al segundo peldaño y abordamos el estado pandémico de nuestra región extremeña, como corresponde a una “Agenda de la Nueva A-Normalidad”. En estos momentos, nos encontramos con 1.789 casos de coronavirus y el número de hospitalizados ha ascendido a 115, de los cuales cinco de ellos se encuentran en la UCI. De esos 1.789, 1.175 corresponden a mayores de 60 años. En los últimos siete días, han fallecido once personas. La incidencia acumulada a los 14 días alcanza los 1.392,86 casos por cada 100.000 habitantes. La media nacional es de 790, 28. En el tramo de los mayores de 80 años, es de 1.740 casos a los 14 días. Seguimos, pues, a merced del virus y escuchando los ecos de otras variantes que, al parecer, ya se están extendiendo por el país sudafricano. A este paso, desconocemos cuando se producirá, si se produce, el fin de la pandemia, ya que doctores en órdenes menores hablan de que hay que tomarse al Covid-19 como un coronavirus más y hablar de “gripalización”, cuando, en realidad, el microorganismo y sus variantes del proceso pandémico que nos atenaza causa muchos más decesos que una gripe corriente y moliente. ¡Ojo al dato!
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Y vamos allá con el salto de pértiga para caer sobre el llameante peldaño tercero, el que humea a todas horas, sin que las musicalidades poéticas de nuestros rapsodas logren amansar a las fieras. Volvemos a tierras ucranianas. El oscarizado director, guionista, productor de cine y exmilitar estadounidense (fue soldado de infantería de marina en la guerra de Vietnam) William Oliver Stone, aparte de sus películas, ha sido productor de dos documentales sobre Ucrania: “Ukraine on fire” y “Reaveling Ukraine”. En la reciente presentación, dentro del marco del BCN Film Fest, de su película “JFK: Caso revisado”, ha realizado declaraciones muy explosivas y muy significativas: “En los documentales sobre temática ucraniana, dimos voz a mucha gente; también a la etnia rusa que vive en Ucrania, que, en cierto modo, ha sido discriminada. Ucrania ha tenido ciertos gobiernos electos, lo que no quiere decir que no haya corrupción. En Ucrania se masacró a judíos y gitanos. En el actual conflicto, los intereses vuelven a ser económicos y armamentísticos.
A EEUU le da igual Ucrania; lo que quiere es controlar la guerra, controlar las armas, en su pugna con Rusia”. Sabido es que Oliver Stone no tiene pelos en la lengua y ha afirmado más de una vez la ceguera de Europa respecto a su país, a quien únicamente le interesa vender armas y más armas, para que su economía crezca sin parar, con la ayuda de la CIA, que “sigue siendo un ente siniestro que teje el destino de numerosos países en beneficio de Estados Unidos. A la CÍA le fue muy fácil crear un golpe de Estado en Ucrania en 2.014, cuando pusieron de presidente a Petró Poroshenko, predecesor de Volodímir Zelenski, a fin de ir contra Rusia y contra Putin. EEUU es como un dóberman, un asesino metódico con demasiado dinero”.
Suponemos que los halcones de la Unión Europea, en especial el trío formado por el español Josep Borrell Fontelles, alto representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad; la alemana Úrsula Gertrud von del Leyen, presidente de la Comisión Europea, y el belga Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, ya habrán leído las declaraciones de Oliver Stone. Y las declaraciones de otros reconocidos personajes del mundo intelectual, que denuncian, igualmente, los belicistas intereses y el cinismo de tales halcones estadounidenses y europeos, sin dejar atrás al primer ministro británico, Boris Johson, el que anduvo de fiesta etílica cuando sus conciudadanos estaban confinados y al que le piden que dimita casi el 70% de los habitantes de su país.
Pero estas aves de rapiña hacen oídos sordos a todo lo que no les interesa y, cual “Trío de las Azores”, solo piensan en la guerra y están llevando a la Unión Europea al descalabro. Auténticos jinetes del Apocalipsis que, de forma indirecta, son corresponsables de las muertes de muchos ucranianos. Hasta el Papa Francisco ha hablado de los “ladridos de la OTAN a las puertas de Rusia”. Todos sabemos que la OTAN es un instrumento bélico al servicio del expansionismo e imperialismo estadounidense. Pero cientos de miles, millones, de europeos, que se autoproclaman católicos, cegados por las mentiras propias de la guerra que aparecen en las pantallas de sus televisores, no escuchan ni al representante de su dios en la tierra. Solo se echarán a la calle cuando la inflación emanada de la guerra les toque los bolsillos y repercuta en el pan para llevarse a la boca, en la gasolina de sus vehículos o en el gas de sus viviendas. Mientras, seguirán digiriendo toda la bazofia que les echen.
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A toda carrera, saltamos al tercer peldaño y, con enormes ganas de dejarlo atrás, sudorosos, intentamos alcanzar a nuestros poetas, para que nos enfríen los pies con los arpegios de sus poemas. Ismael Carmona García ya nos tiene preparado el folio con la primera parte de su poema: “Demuación”, donde el poeta se siente abatido y encamina sus versos por senderos astronómicos. De su poemario “Pan i Verea”.
—DEMUACIÓN—
«Ena escurana’l promu
soi el Plutón
dun antissistema solal.»
Oi odiu tó, tolo que m’arroea.
Agora el sol está fríu comu una ecuación
i no s’enrabará la nochi pa ofrecel-mi
estrellas descabrijás comu lárimas.
5 Un hondu enhastiu se dilúi
nel alcol duna coloña que no gasta mugel nenguna,
dessipandu-si i golviendu-si a recarcal
tan apretau i tan apeñusgau
que possei la su propia huerça gravitacional.
10 S’estrumpi i se recarca
embullendu la ralidá,
que agora no son más que los coloris
que alos dos metrus s’aborronan.
El metrónomu los tristis pianus el hondón
15 endica cómu es mestel dil:
comu las pieras duna passaera.
Precisu dun antinflamatoriu más potenti:
barruntu ya el gran estrumpíu la supernova l’enhastiu.
Esgarrandu-si tormentaerus naci el tiempu l’aginu.
20 Naci la malotía esfarrapandu-si el ahuncu.
El “Poeta de la Niebla”, siguiendo con fidelidad el paso que cogió hace un tiempo, vuelve, en la cuasi invisibilidad de los blancos e inasibles harapos que le envuelven, a glosar la primera parte de la crónica, trayéndonos los últimos versos que rematan su poema “Romería” (poemario: “Acuarelas de Entretiempo”).
ROMERÍA
… Aquí estamos ahora, exultantes,
sobre abrileño tapiz de la dehesa,
embriagándonos solidariamente
con aguardiente y vino de la tierra.
Estamos todos. No falta nadie.
La mansedumbre de abril se ha vuelto
irrefrenable y febril algazara
bajo los vellones gordos y blancos
de un cielo con ínfulas proletarias.
Ya no huele solo el pueblo el guiso;
ahora moja el pan a canterones
y se zampa con ganas las tajadas.
Ya no es espectador con vacuo estómago;
ahora es actor comiendo a dos carrillos.
Ya no es un don nadie analfabeto;
ahora es un don alguien hecho carne
y dignificado entre los hombres.
Ahora el pueblo se ha vuelto primavera
y, al menos hoy, en popular romería,
bate palmas y aventa por su boca
florido canto henchido de esperanza.
He aquí, compadre, abreviada historia
de esta revolución. Ahora, ojo al parche,
que no se muden blanco vellones
en nubarrones negros y nos chafen
verdialegres y claras primaveras,
pues decrépitos caciques aún tienen
tibia leche en sus fláccidas ubres
y atetan a nostálgicos cachorros,
esperando volver a las andadas.