Dos días después de la muerte de Franco, el 22 de noviembre de 1975, Juan Carlos fue coronado rey y llevó a cabo el siguiente juramento: “Juro por Dios y sobre los Santos Evangelios, cumplir y hacer cumplir las Leyes Fundamentales del Reino y guardar lealtad a los principios que informan el Movimiento Nacional” y, al hablar de Franco dijo explícitamente: “Una figura excepcional entra en la Historia. El nombre de Franco será ya un jalón del acontecer español y un hito al que será imposible dejar de referirse para entender la clavo de nuestra vida política contemporánea”.
No hará mucha gracia a Zarzuela este artículo de opinión firmado por el periodista David Jiménez en The New York Times. Su titular, uno de esos que no dejan lugar a dudas en cuanto a sus intenciones: "La monarquía española necesita un referéndum". Pero, ¿por qué? Jiménez lo cuenta a través de la conocida publicación neoyorkina. "Ni las tradiciones monárquicas ni la atención educativa que reciben los herederos garantizan que el cargo pase siempre a una persona con suficiente capacidad intelectual o moral. Lo contrario es más probable: que el trono sea ocupado, tarde o temprano, por alguien incompetente o corrupto". Palabras que llegan a propósito del referéndum simbólico en el que alumnos de trece universidades españolas están llamados a responder a la siguiente pregunta: "¿Estás a favor de abolir la monarquía como forma de Estado e instaurar una república?" y que tendrá lugar el próximo 29 de noviembre.
"Los defensores de la monarquía, incluidos los partidos que la sostienen", asegura David Jiménez en The New York Times, "ven las consultas como un ataque al corazón del Estado español. En realidad, harían bien en aceptar el envite: la monarquía necesita un referéndum para garantizar su continuidad a largo plazo y renovar su legitimidad democrática".
"Miembros reducidos al papel de celebridades"
Según el periodista, las dinastías europeas se han convertido en vestigios el pasado "con sus miembros reducidos, a menudo, al papel de celebridades".Por tanto, el actual Felipe VI necesita, tal y como apunta Jiménez a través de The New York Times, "abrir la institución a la calle" e intentar "huir del hermetismo que promueve su entorno más conservador y reanudando el impulso reformista de sus comienzos, abrazando incluso la idea de que al final su futuro sea decidido en un referéndum".
Palabras que terminan rescatando la figura de Carlos III como ejemplo para el actual rey de España. "Para muchos fue un adelantado a su época por la forma en la que comprendió que la monarquía sólo tenía sentido si demostraba su utilidad a la ciudadanía. Hay allí una enseñanza para Felipe VI. Los reyes modernos, además, deben estar dispuestos a medir esa legitimidad en las urnas".