Redacción

Hoy publica nuestro periódico la noticia de una supuesta agresión del alcalde del municipio de Alburquerque hacia unos concejales del P.P. Entre los comentarios suscitados por la noticia se ha colado uno que comentaba con sorna que dada la diferencia de fuerzas entre las fuerzas políticas del Ayuntamiento se podía producir una masacre.
Bromas aparte, fijándonos con cierto detalle en la idiosincrasia sociopolítica de ese municipio, efectivamente existe una hegemonía del partido que gobierna la región verdaderamente significativa lo cual nos ha llamado la atención respecto a este caso y hemos tratado de averiguar las causas de la expresada diferencia.
Alburquerque es un término distante unos 45 km de Badajoz capital con una población prácticamente estabilizada la última década y que, según el censo de 2007, alcanzaba los 5.805 habitantes. Curiosamente habitan el mismo número de mujeres en el municipio desde el año 2000, por lo cual el pequeño aumento poblacional ocurrido desde entonces son todo sexo masculino, lo cual repercutirá en su futuro demográfico.
En resumidas cuentas el municipio, al compás de lo que ocurre en la región no crece demográficamente, y sus habitantes envejecen, suponiendo un 13% de los mismos los mayores de 65 años.
Término eminentemente rural donde un 37,8% de los ocupados trabajan en tareas agrícolas, algo que en Europa prácticamente no existe, incluída España.
Según los datos de la afiliación a la Seguridad Social, el número de trabajadores en alta era a 31/12/2007, un total de 1.485 personas, un 33% de los alburquequeños comprendidos entre los 19 y los 64 años.
El presupuesto municipal del año 2006, el último que hemos localizado liquidado, fue de 4.597.492,4 euros, integrado en un 70% por transferencias corrientes.
Los gastos, que superaron a los ingresos, alcanzaron en el ejercicio expresado, los 5.081.860,8 euros, un 50,30% de los cuales se dedicaron a gastos de personal.
El municipio está bien dotado de instalaciones deportivas, dos campos de fútbol, dos campos de tiro, un polideportivo, una piscina al aire libre y otra cubierta, una pista de petanca y cuatro polideportivos.
El alcalde del municipio, Angel Vadillo Espino, que ya lo era en 1999, gobierna la Corporación con once concejales del PSOE, incluyéndose él, al haber obtenido en las elecciones de mayo de 2007, un apabullante 80,7% de los votos alburquequeños, 2.900, frente a un exiguo 19,3% del PP con 692 votos.
Las cosas cambian significativamente en las elecciones generales de marzo de 2008, donde el partido del Sr. Vadillo baja al 64,7%, 2.332 votos y el PP sube al 31,7% de los votos obteniendo 1.137, lo cual indica el tirón electoral del alcalde.
¿Qué pasa política y electoralmente en Alburquerque? ¿Se merece el partido y su alcalde la situación de la que disfruta?
En absoluto, Alburquerque es en miniatura un ejemplo de la enfermedad que padece Extremadura a niveles superiores.
Demografía en regresión, envejeciendo y una población sin futuro. Un predominio tercermundista del sector agrícola y una ausencia absoluta de industria.
Una administración pública, en el caso de Alburquerque municipal, omnipresente que gasta el 50% del presupuesto en costear empleados y cargos públicos locales, que han gastado a espuertas en construcciones electoralistas y que dedica apenas un 17% en inversiones productivas.
Una situación político electoral, donde periódicamente gran parte de los ciudadanos de Alburquerque gritan el “vivan las caenas” cuando eligen a su alcalde votando a un partido caciquil, clientelista, a cuyos dirigentes lo único que les preocupa es mantenerse en los cargos a costa del subdesarrollo del territorio.
Y si este ejemplo no es suficiente, fijémonos en otro caso paralelo, el de Villanueva de la Serena.