
La televisión es el gran pesebre en el que, con portentosa asiduidad, cientos de millones de ciudadanos de todo el mundo recibimos la dosis correspondiente de un pienso compuesto, bajo en calorías intelectuales, que es parte fundamental de nuestra alimentación informativa y nutri-ción de nuestro tiempo libre.
Explica Manuel Martín Ferrand en ABC que es un fenómeno con poderes hipnóticos que, aun en abundancia de mal gusto y escasez de cualquier contenido enjundioso, nos tiene atrapados frente a la pantalla durante cerca de cuatro horas diarias.
Más aún: un alto porcentaje de la juventud espectadora, que no expectante, pagaría cualquier precio por protagonizar uno de los reality shows que salpican las parrillas de las programaciones.
Esa televisión, inseparable de nuestra cotidianidad, atraviesa, en el mundo, una crisis creadora que tiende a esterilizarla y disminuirla y, en España, padece un continuado abuso desde el poder que atenta contra la libertad, constituye un caso flagrante de competencia desleal y permite a los gobiernos, nacional y autonómicos, bombardearnos con propaganda partidista después de habernos esquilmado el bolsillo.
Según contaba este lunes Carmen Aniorte en ABC, la industria norteamericana productora de series para la televisión atraviesa una crisis creadora de tal naturaleza que perpetra volver a rodar éxitos del pasado. Después de haber intentado, con escasa fortuna, la traslación a la gran pantalla de series como «Los ángeles de Charlie» o «Corrupción en Miami», se disponen a actualizar y volver a producir otros clásicos del género: «El equipo A» (NBC, 1983), «V» (NBC, 1984) o «Luz de luna» (ABC, 1985). Eso viene a ser como competir en el Tour de Francia y dejar de darle a los pedales; pero, parece, no hay fuerzas para más.
En España, la crisis creativa tiende a convertir en modélicas las producciones de TVE previas a una televisión competitiva y -teóricamente- más plural; pero, para nuestra desgracia política y económica, hay algo peor.
No contentos con el despilfarro que significan las televisiones públicas existentes, nacionales y autonómicas -2.000 millones de déficit real en 2008-, los entes correspondientes a la Comunidad Valenciana (PP), País Vasco (PNV y Cía), Castilla-La Mancha (PSOE) y Galicia (PSOE y BNG) se disponen a poner en marcha nuevos canales que amplíen la oferta de los que ya tienen en funcionamiento.
El mal cursa con metástasis.