
Amén de un hecho revelador, lo más impresionante -nunca dejaremos de sorprendernos, nuestra fe es infinita- es el impúdico cinismo (sinónimos, ya sé) de ese consejero de aire aznariano que subraya cómo se "ha garantizado la participación" en el proyecto de instalación del polo petroquímico en Extremadura. Es difícil de asumir que se llegue a niveles semejantes de provocación desde una estancia costeada con recursos de todos los ciudadanos. Quizás se refiera al hecho de que se han presentado 80.000 alegaciones al proyecto a partir de una movilización ciudadana reprimida hasta el alarde desde las instituciones: cierre total al diálogo, criminalización judicial, censura en los medios públicos, compra de voluntades y tráfico de influencia en los privados, impedimentos para el empleo de espacios y lugares públicos para informar a la ciudadanía, multas carentes de argumentación; chantaje laboral, puerta abierta al destierro y expulsión al paro de profesionales por atreverse a producir o elaborar contenidos acerca de la "bicha"; exposición al público del proyecto íntegro en un solo local y con el plazo mínimo para su alegación...
Anécdotas hay miles, desde las infantiles hasta las siniestras: contratación de un espectáculo de percusiones para apagar las protestas durante los actos oficiales del Día de Extremadura; ordenes para que los medios de comunicación no pudieran entrar a cubrir la proyección de un documental en una Biblioteca Pública (y eso que no habían ido); desaparición de toda una serie televisiva por proponer un episodio sobre la contaminación ambiental (y algunos otros sobre el "alicatado del cortijo", claro); llamada telefónica de un cargo público extremeño a su homónimo en Andalucía para impedir otra proyección del documental argumentando que su contenido era "malévolo para con Extremadura como Comunidad"; retirada policial de mesas informativas en la calle aún con el permiso previo; supresión digital de los mensajes ¡en las camisetas!, en contra de la refinería, de personas entrevistadas en el canal televisivo público...Y éstas todas, de las que yo mismo he sido testigo estupefacto.
De mi propia hemeroteca rescato el archivo adjunto como imagen, extraído de un ejemplar del HOY de hace once años. Las Juventudes Socialistas extremeñas de por entonces practicaban ya una demagogia cristalina, a la luz de los acontecimientos actuales (que nada cambia es un hecho en este país) con su ministro perdiguero. Renegaban por entonces de la indiscutiblemente impresentable Tocino, al cargo de un Ministerio de Medio Ambiente (cuya existencia no critican, dice la nota) que en la actualidad ni siquiera existe. Los argumentos, por esteticistas ("confundir el medio ambiente con salir a la finca para ir de cacería", dicen) no tienen desperdicio. ¿Dónde están ahora esos mismos firmantes, sino en los cargos públicos que están acabando de un plumazo con el medio extremeño? ¿Dónde están sus críticas a Madrid, cuya actuación en esta materia satisfacería no ya a Tocino, sino al negacionista Aznar, que no presenta queja alguna al particular? Supongo que elaborando las declaraciones de personajes como el tal consejero, puesto a conducir un portaaviones derechito a estrellarse contra nuestras costas de interior, ante el calor del público expectante por cómo van a salir de la crisis los mismos que nos han conducido a ella: lo pretenden (y no lo conseguirán por esas vías) con la energía y con la industria, pero, desde luego, sin el medio ambiente.
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