El Partido Popular (PP) logra una victoria, aunque insuficiente para asegurar la presidencia del Gobierno. A pesar de que Alberto Núñez Feijóo ha ganado las elecciones generales del 23-J, la Moncloa parece quedar lejos de su alcance. El PP y Vox no han alcanzado suficientes escaños para formar gobierno en la próxima legislatura, ya que la mayoría absoluta requiere 176 escaños en la cámara baja. Incluso sumando los votos de Coalición Canaria y Unión del Pueblo Navarro, no serían suficientes para investir a Feijóo como presidente.Por otro lado, Pedro Sánchez, líder del PSOE, tiene una posibilidad real de continuar en la Moncloa, pero enfrenta un escenario desafiante que podría conducir a un bloqueo y a la convocatoria de nuevas elecciones generales.
Con los 122 escaños del PSOE más los 31 de Sumar, podría llegar a un total de 153 escaños. Si logra convencer a Esquerra Republicana, Bildu, PNV y BNG, sumaría un total de 172 votos para su investidura. Sin embargo, convencer a Junts per Catalunya para que se abstenga sería crucial, ya que, en la primera votación de investidura, necesita una mayoría absoluta, y solo podría gobernar si supera la segunda votación con mayoría simple.
En resumen, el resultado de las elecciones ha dejado un empate entre los bloques que prefieren a Sánchez o Feijóo en la Moncloa. El bloque de derechas suma 169 escaños, mientras que las demás formaciones prefieren un Gobierno liderado por los socialistas en lugar del PP y mucho menos con una coalición que incluya a Vox. La atención recae ahora en Junts per Catalunya, quienes han dejado claro que no investirán a un presidente español que no respalde un referéndum de autodeterminación en Catalunya.
Es de resaltar que la participación ha sido del 70,38%, es decir que casi un 30% de abstención marca una tendencia creciente que representa a sector numéricamente importante -al menos- de la ciudadanía.
Indiferencia, bronca, desencanto, hartazgo ante la repetición constante de la mismas trampas y mentiras. Un 30% que desde luego es ignorado por candidatos electos, luego gobernantes, pero que denotan un malestar claro y preciso que cada vez se hace sentir más. Hay un punto que inevitablemente debemos mencionar: la ostensible campaña que fue creciendo en la última semana previa a las elecciones en la cual el discurso del miedo al fascismo ocupó todos los espacios posibles (con bastante éxito, resultados a la vista) y logró revertir un alto porcentaje del abstencionismo.
Final abierto, desenlace incierto. Veremos, de entrada es poco lo que puede cambiar lo que suceda de ahora en más.