ANTONIO MARCELO VACAS.CARLOS A. GARCÍA ONIEVA.Las elecciones anticipadas en la Comunidad de Madrid han hecho de la región el nuevo escenario de la crisis de un Régimen incapaz de lograr una estabilidad duradera. El 4 de mayo Ayuso pretende revalidar su gobierno -lo que parecen confirmar todas las encuestas- que puede depender de los apoyos de un VOX que mejora su resultado beneficiado de la crisis de la derecha. Por su parte, la oposición en la asamblea de Madrid se la juega a formar una mayoría alternativa que ya trataron de ensayar en la fracasada moción de censura: una coalición del PSOE, Podemos, Más Madrid y hasta Ciudadanos, con Ángel Gabilondo a la cabeza.
Ninguna de esas opciones representa una salida progresiva para el pueblo trabajador madrileño. Un gobierno de Ayuso con VOX no podría producirnos más rechazo, pero un gobierno del PSOE, ya sea en solitario o en coalición, seguirá sirviendo a los grandes especuladores financieros e inmobiliarios, rescatando grandes empresas, aplicando políticas racistas, ejecutando desahucios, recortando en salud y servicios públicos… tal y como actúan desde los distintos gobiernos autonómicos y el Gobierno central.
Podemos e Izquierda Unida no solo se han mostrado completamente incapaces de frenar a la extrema derecha, sino que su continuo ascenso se explica también por la desvergonzada asimilación de los neorreformistas al Régimen monárquico, integrándose en un Gobierno social liberal con el PSOE para seguir sirviendo a los intereses de los grandes capitalistas.
Hace más de un año que no es necesario especular para saber lo que depara un gobierno del PSOE con Podemos. El autodenominado “gobierno más progresista de la historia” no solo no ha derogado la reforma laboral e incumplido la inmensa mayoría de sus enormemente limitados compromisos de gobierno, sino que en los primeros meses en el Gobierno elevó la valla de Melilla un 30% al estilo Donald Trump y han abierto nuevos CIEs. Se desahuciaron en plena pandemia a 30.000 familias. Han subido la factura de la luz y dejado sin suministro a 4.000 familias de la Cañada Real en plena ola de frío.
Han rescatado por miles de millones a grandes empresas, negociaron los ERTEs haciendo que la crisis presente recaiga sobre la mayoría trabajadora y no sobre las empresas que siguen teniendo beneficios millonarios. Le han facilitado un retiro de oro al corrupto de Juan Carlos y garantizado el reinado de su hijo, mientras siguen criminalizando a la juventud, reprimiendo y prohibiendo … ¿Qué hace pensar que en un gobierno de Madrid las cosas serían diferentes?
Como parte del Gobierno, Unidas Podemos ha sido el colaborador necesario de estas políticas defensoras de los intereses del IBEX35. No podía ser de otra manera pues, como dijera Rosa Luxemburgo a propósito del ministerialismo, “con la entrada de un socialista en el gobierno, la dominación de clase continúa existiendo, el gobierno burgués no se transforma en un gobierno socialista, pero en cambio un socialista se transforma en un ministro burgués”.
Durante toda la legislatura Unidas Podemos ha tratado de mantener un doble discurso de oposición mientras dejaba pasar todos y cada uno de los ataques del gobierno del que forma parte. De igual forma, la presentación de Pablo Iglesias como candidato, cuyo objetivo no es otro que evitar la desaparición de Podemos en la asamblea de Madrid -como vaticinaban todas las encuestas-, se acompaña de un relato épico que pretende dar un barniz izquierdista a su objetivo de reeditar un gobierno con el PSOE en la comunidad.
Una maniobra que intenta que olvidemos el papel que Podemos y Pablo Iglesias han jugado en la estabilización del Régimen. Una amnesia que la izquierda no debería dejar pasar.
La retórica izquierdista con la que Pablo Iglesias pretende adornar una maniobra desesperada para evitar la extinción de su aparato parece ser suficiente para que la Izquierda se preste a colaborar en el lavado de imagen y a hacerle la campaña electoral al principal dirigente de una nueva casta de izquierdas, vacía de militancia, que logró mejorar sus propias condiciones de vida, pero en absoluto las de la clase trabajadora.
La falsa épica antifascista de Iglesias para justificar todo tipo de frentes democráticos con el PSOE y hasta con Ciudadanos y alas del PP para hacerle “cordón sanitario” a VOX en Madrid, significa una gran coalición con Gabilondo al frente en la que la verdadera Izquierda jugará el papel de tonto útil .
Pero ni siquiera contra el fascismo es defendible la formación de frentes políticos con partidos de la burguesía calificando de “traición” la integración que agrupa partidos obreros y burgueses bajo la hegemonía de los últimos.
Podemos imaginar qué opinaría W. Reich(Sicología de masas del fascismo) de la izquierda “gabilondiana” que pretende llevar al gobierno al PSOE de la cal viva, uno de los partidos pilares del Régimen monárquico.
La realidad es elocuente y por más que desde la Izquierda adviertan a Podemos de que si sigue “legitimando la estrategia de la socialdemocracia en el Gobierno, si no lidera una oposición decidida (…) será arrollada por los acontecimientos”, llega Iglesias y su última gran batalla en el Gobierno, la de los alquileres, se transforma en una nueva paguita para los especuladores sin que se produzca mayor escándalo que unos tuits y algunas declaraciones.
Entonces, ni Ayuso es Hitler ni VOX es el fascismo –de ser así el fascismo ya estaría gobernando en Madrid y aún más en Andalucía–, ni el PSOE es una alternativa favorable a los intereses de las clases populares. Y, sobre todo, Pablo Iglesias sigue siendo el mismo que consideraba la movilización social una “tontería” de extrema izquierda, que apela a los “empresarios patrióticos”, que agradecía el papel de los ministros franquistas en la Transición.
Este vaivén permanente entre el sectarismo y el oportunismo más abyecto es una característica típica de las corrientes centristas, es decir aquellas que oscilan entre posiciones reformistas y revolucionarias.
Ante la grave crisis social y sanitaria en curso, más que nunca es necesario que se haga notar la voz de una izquierda que está por la unidad de la clase trabajadora, las mujeres, la juventud precaria y las personas migrantes contra los capitalistas y no junto a los agentes políticos del IBEX35. Hay que romper de una vez con la subordinación a Podemos e IU que ha llevado a buena parte de la izquierda que se reivindica anticapitalista y revolucionaria a su actual situación de desorientación y debilidad.
Esa es la verdadera tarea por la que no hay tiempo que perder.