En declaraciones a los medios, Fernández Vara se lamentaba hace unas semanas sobre la mano negra que, soslayadamente daba a entender, estaba frenando el proyecto de refinería de petróleo Balboa. “Hay quien piensa que no nos los podemos permitir”. “Algún día tendremos que levantar la voz para decir por qué algunas cosas siguen siendo tan difíciles”,”se siguen produciendo distintas maneras de tratar a la gente en función del lugar en el que vive, en función de lo que se espera o no se espera de cada uno”.”Nos someten a un proceso al que no se ha sometido en este país nunca a nadie”. En el mismo sentido, la Delegada del Gobierno apelaba al Ejecutivo nacional para “que no sea excesivamente estricto” y “que la tramitación se resuelva lo antes posible”.
Hace unas semanas los máximos representantes del gobierno extremeño denunciaban el agravio comparativo que estaba sufriendo nuestra región por parte de los organismos encargados competentes en la evaluación del impacto ambiental de la refinería.
Pero hete aquí, que la reciente visita a Extremadura de la vicepresidenta María Teresa de la Vega ha hecho que la visión a tal respecto de nuestros gobernantes regionales cambie 180 grados. Donde antes se veían retrasos injustificados ahora se ven garantías de rigurosidad. “Cuantas más garantías se den ahora, más dificultad habrá para […] , que nadie más pueda volver a recurrir a ningún otro tipo de recurso”. “Aquí no sólo no se ha ocultado nada, sino que encima además no se han tenido ganas de correr”. Ahora, según Vara “todo el tiempo perdido entre comillas, es tiempo ganado en la exigencia de
garantías”.
Como ciudadanos nos preguntamos cual de las dos versiones contradictorias es la más cercana a la realidad. Una, apunta en la dirección de seguir explotando el secular victimismo extremeño, cultivado durante los 27 años de gobierno socialista para justificar todos los males de nuestra región. Así, se eluden responsabilidades y
se evita cualquier autocrítica. Otra versión es la característica sumisión de los políticos de provincias ante la visita oficial de un alto cargo de Madrid. Del mismo modo recientemente, UGT, una de las organizaciones sindicales que con más ahínco ha defendido el proyecto de refinería, borra el proyecto de su discurso en la presentación de su 6º congreso y habla de apostar por un “nuevo modelo económico industrial