Antonio Quintana (Diputado PP Asamblea de Extremadura)
Nunca me gusto el ministro Bermejo porque tiene mala baba, le falta humildad y le sobra chulería. Es de esas personas a las que les pierde la boca, porque no sabe callarse ni debajo del agua y mucho menos asumir sus errores. En su día ya levanto ampollas la frase pronunciada en una cadena de radio cuando dijo “Soy de izquierdas y como tal actúo”.
Después nos enteramos que el ministro guardo la rosa en el zurrón, escopeta en ristre y sin papeles, pululaba por los mismos escenarios de la “Escopeta nacional” que antes protagonizaran los señoritos del franquismo. Cuernos aparte, Bermejo copio la escopeta y como el cura Merino, guerrillero y absolutista, se echó al monte, disipando cualquier duda, que eso del ecologismo, no va con el ministro cazador.
En una cacería y de eso pueden dar buena cuenta los aficionados a semejante deporte, siempre cuenta más el compadreo, la francachela y la parafernalia que la caza en sí y nadie tiene la menor duda de que el ministro currante y el juez y parte hablaron de sus cosas, sin examen de conciencia ni dolor de corazón. Alguien dijo que “Una retirada a tiempo es una victoria” por eso mismo lo inteligente y elegante hubiera sido presentar la dimisión a tiempo. Pero al ministro le sobra en desparpajo cañí lo que necesitaría de elegancia, mesura e inteligencia. Cada día parece más claro que, “zapatero a tus zapatos”, los jueces que incursionan en política, como Garzón o este, aportan lo peor.
En cualquier democracia sana, la cacería del ministro y acompañantes, hubiera desatado una serie de ceses o dimisiones, al estilo Obama que tanto entusiasmo despertó en la izquierda, pero en España se ha instalado el caciquismo del mismísimo Romanones el más casposo y los caciques campean por los campos patrios, pues ya se sabe que ni el hábito hace al monje ni la toga al juez.
España es un circo de tres pistas donde los enanos crecen, los tigres se amariconan y la mujer barbuda se va al paro por una cuestión de alopecia galopante. Y sin tener muy claro quien es el guionista de tanta cortina de humo, hay otra realidad solapada por un juzgado, el de Garzón, con más filtraciones que un colador, o el de las aventuras cinegéticas de nuestra Diana cazadora y esa realidad no puede ser otra que la huelga de los jueces, la caída del Ibex, la sanción de la UE a España por el déficit público o la venta de Endesa.
Hace unos días discutíamos si los jueces, uno de los pilares del Estado, tenían o no derecho a la huelga, pero al margen de la polémica nadie dudaba que sus reivindicaciones fueran justas, necesarias y llenas de sentido común, el resultado fue que la primera huelga de jueces de la historia de España obtuvo un amplio seguimiento. Pese a los insultos de Bermejo, que como un chulapo tabernario, pretendía parar la indignación de los jueces con sus salivazos de mala baba. Nuestra imagen es penosa y cada día sorprendemos más a una Europa que, como antaño, comienza a mirarnos con recelo. Con recelo democrático.
| Comentarios |
|
