Víctor CascoCada vez que vean a un banquero salir de una reunión en Moncloa, échense las manos al bolsillo: tendremos que pagar por algo.
Y es que el gobierno de Rodríguez Zapatero se comporta fuerte con los débiles y débil con los fuertes, esto es: a los asalariados españoles, a los autónomos y a los pequeños y medianos empresarios nos pide que nos apretemos el cinturón, nos recomienda encomendarnos a la Santa Providencia y tener confianza en un próximo año - siempre en un próximo año -que se nos antoja demasiado lejos. Cuando se tienen dificultades para llegar a fin de mes los días pasan más lentamente. ¡Cuánta razón tenía Einstein!
¿Y la banca privada? Esa suerte de “asociación de robin hood al revés”, que quita a los pobres para dárselo a los ricos a modo de comisiones, ese gremio de José Marías “el tempranillo”… ¡Ah la banca privada!. Como en el juego, la banca nunca pierde…
Vayan ustedes a cualquier registro de resultados y beneficios bancarios y descubrirán que en estos tiempos de aguda crisis siguen ganando… tal vez menos, pero siguen ganando. Y es la misma banca la que se niega a conceder préstamos a pequeños y medianos empresarios, la que no quiere avalar a los trabajadores y trabajadoras que en nuestra tierra, sin ir más lejos, pretenden acceder a un piso de 60.000 euros que ya tienen concedido por la Administración y, sin embargo, exigen del gobierno más ayudas, más dinero y más planes a su favor.
En la penúltima reunión celebrada entre el gremio de la banca y el gobierno socialista, los primeros se salieron con un plan de choque y ventajosos cheques bajo el brazo. Y en la última, ocurrida hace escasos días, con el firme compromiso por su parte de no conceder más créditos ICO (a empresas) ¡a menos que se aumenten las comisiones por la gestión de los mismos! Y si el gobierno amenazaba previamente con tomar cartas en el asunto, apenas unas horas después se desinfla, retrocede… y probablemente ceda.
Ya hay quien ha planteado la necesidad de impulsar una gran banca pública. Y sin duda paliaríamos los efectos del huracán económico si el Estado recuperase buena parte de sus empresas privatizadas en los últimos años. Deberíamos añadir un plan de congelación de salarios a los grandes directivos. El aumento del gasto público en beneficio de los trabajadores y trabajadoras y la puesta en marcha de mecanismos que impidan la especulación. Es decir, y en resumen, recuperar la iniciativa pública en la economía, al quedar demostrado que la iniciativa privada sin contrapesos solo conduce a más precariedad laboral, más especulación financiera y a la larga a una crisis del propio sistema económico, que sufrirán - como siempre - los de abajo. Esto sería ser fuerte con los fuertes a favor de los débiles. Dicho lo cual, y a la vista de lo que hay, tal vez sea más rentable encomendarse a la Santa Providencia.
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