Félix Barroso Gutiérrez
Parte de la cristiandad se acuerda de Santa Rita el día 22 de mayo, que hogaño cayó el pasado lunes. Siendo muchachos, era muy corriente que diéramos algunos ‘santus’ de las cajas de cerillas (los ‘santus’ eran las tapas ilustradas de dichas cajas de fósforos, que coleccionábamos y formaban parte de ciertos juegos), cromos y otras cosas a otros compañeros. Como los enfados eran cotidianos, pues exigíamos, ofendidos, la devolución de lo entregado. Nos negábamos a ello con la consabida frase de ‘Santa Rita, Rita, Rita, lo que se da no se quita’. El origen popular de tal dicho nada tiene que ver con las rocambolescas, e incluso crueles, versiones que ofrece la Iglesia Católica para justificar su abogacía sobre los casos imposibles.
En el pueblo, escuchamos siempre que a una moza muy poco agraciada le regaló un cura una estampa de Santa Rita, diciéndole que se encomendara a ella, pues seguro que se volvería más bella que ‘La Dama del Bosque’. Así lo hizo y, de paso, le pidió un novio bien plantado, todo un adonis. El caso es que su anatomía no cambió lo más mínimo, pero si encontró un novio aparente. Lamentablemente, el noviazgo se esfumó al cabo de unos meses. Toda la dicha en un pozo. Entonces, la moza, con un rabioso cabreo, acudió a la iglesia y le espetó a la talla de madera que representaba a la santa: ‘Santa Rita, Rita, Rita, lo que se da no se quita’. Y acompañó la frase con toda una retahíla de denuestos y rebuznos.
Hay otro viejo refrán, que también corre por estas tierras, que está en las antípodas del anterior dicho. Se lo oímos más de una vez a ciertos labrantines: ‘Aguas pol Santa Rita, en veh de dal, quitan’, viniendo a decir que las aguas por esa fecha no hacen beneficio alguno. Pero hay un segundo adagio que matiza al anterior: ‘Aguas pol Santa Rita estandu el pastu agostau, de jambri mueri el ganau’. Los labriegos comentan que, si el año ha venido seco y la hierba está ya agostada, lo que no quiere decir que no la aproveche el ganado, y le da por llover a finales de mayo, esta agua no acarrea beneficio alguno. La lluvia, a no ser que fuera mucha y a lo largo de varios días para que pudiera brotar de nuevo la hierba, solo sirve de estropicio, porque enaguacha el pastizal seco, robándole sustancia y dejan de comerlo los ganados. Un tercer refrán nos trae a la memoria a San Bernardino de Siena, el santo nacido en la Toscana italiana y que también se conmemora a finales de mayo: ‘Aguas agorpás pol San Bernardinu, si antis no lluvió, atizona los panis y agrea los racimus’. O sea, que las lluvias fuertes y venteadas agonizando mayo, si no llovió antes en condiciones y no hay humedad suficiente, emponzoñan el cereal y avinagran los racimos de uvas.
Arando los surcos de estas líneas, arriban al cliché de mi memoria otros días de mayos que se fueron para no volver. Aguas tardías, como ahora, habiendo sido guadañado por mi abuelo, luego por mi padre y algún otro ‘guañinu’ que se buscaba entre los parientes, el que llamábamos ‘El Plau de Los Cermiñalis’. En el rincón más recóndito de este prado, que conformaba una estrecha uve, tenía montada una especie de choza, aprovechando las paredes a piedra seca que se estrechaban en ‘la rinconá’, creando una angostura a propósito. Casi camuflada entre los ciruelos. Las escoberas se entrelazaban entre el esqueleto de palo y no dejaban pasar el agua. Aquellos días pardos de un mayo que ya era casi junio me arrastraban, después de salir de escuela por las tardes a aquel retiro cuasi monástico. En ocasiones, me acompañaban algunos amigos y allí, acomodados sobre piedras que hacían de sentaderos, dábamos rienda suelta a nuestra imaginación, oyendo resbalar la lluvia, en la yema de nuestras pubertades. Pero otras veces, muchas, permanecí yo solo entre las penumbras del chozo. A mi vera, algún cuadernillo donde escribía cosas que por ahí andarán, metidas en alguna telarañosa caja. Muchas vueltas le daba a la cabeza. Soñar no cuesta nada.
Cuando el tiempo me signó con la muesca de los diez años, disfruté en el prado con dos chotos, uno galano y otro negro. Sabía más que de sobra que mi padre, metido ya en otros negocios, acabaría vendiéndoselos a algún chalán, como hizo con otras reses. Aquella primavera y verano serían los últimos en que vería a los juguetones y pequeños becerros. Me había encariñado con ellos. En septiembre, mis padres me embarcaban hacia un colegio de escolapios, en el valle cántabro de Carriedo. La víspera del viaje me fui a despedir de mi chozo y los dos jatos. Se me caían las lágrimas. Besé a los dos ternerillos en la frente. Me dolía enormemente que su destino fuese el matadero. Sinsabores de la vida, de los que abundan y que, hoy, último domingo de mayo, me han venido a escalofriarme la médula, cuando los paisanos, bajo la lluvia, acuden a las urnas con el fin de los votos les deparen un mundo mejor. Harto difícil en esta España envejecida, desvencijada de sus raíces e identidades, donde la juventud escapa, los servicios básicos hacen aguas por proa y popa, los huertos se llenan de malezas y muchos letreros de ‘se vende’ aparecen claveteados sobre las puertas de las casas cerradas a cal y canto.
………………………………………………………………
ESTADO PANDÉMICO DE LA REGIÓN EXTREMEÑA
El mutismo total de las autoridades sanitarias extremeñas sobre el covid-19 no nos permite un solo resquicio para enterarnos del estado pandémico en nuestra comunidad. Ni un solo dato podemos ofreceros. Lo único reseñable, a nivel mundial, son las declaraciones del director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom, el cual ha realizado un llamamiento a la comunidad internacional para tener al alcance de la mano un ‘Tratado de Pandemias’ y una actualización del ‘Reglamento Sanitario Internacional’. En sus declaraciones, también ha dejado caer, con segundas, que ‘las pandemias están lejos de ser la única amenaza a las que nos enfrentamos’. Quienes tengan oídos para oír, que oigan. Los incesantes, explosivos y ensordecedores ruidos sobrevuelan Europa, pero sus dirigentes se hacen los sordos y echan más leña al fuego, aunque ellos no se queman las manos, pues están cobardemente en la retaguardia, al igual que otros que mueven los negros hilos y están a muchas más millas de distancia.
……………………………………………………….
RADIOGRAFÍA DE LA ACTUALIDAD SOCIOPOLÍTICA
Más que patético resulta que el Gobierno de Japón haya dado luz verde para que, entre el 19 y el 21 del presente mes de mayo, se celebrase una cumbre del G-7, integrado por los países más ricos del mundo, en la ciudad japonesa de Hiroshima. Fueron también invitados otros líderes políticos. Entre ellos, Luiz Inácio Lula da Silva, Presidente de la República Federativa de Brasil. Allí se presentó el mendicante y titiritero Volodímir Oleksándrovich Zelensky, que de ser un don nadie ha sido elevado a los cielos por la Europa de los Mercaderes, llevada del ronzal por los EEUU y, posiblemente, sea canonizado el día de mañana por la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
En tal cumbre, Volodímir le pegó un gran plantón a Lula da Silva, mostrando que no quería cuentas con este dirigente político, como no quiere cuentas con otros que buscan afanosamente la paz en el conflicto ucraniano. Y es que Lula, respetado y querido por las clases trabajadoras y por parte de una izquierda honesta, antiimperialista y transformadora, habló muy claro en esa cumbre: ‘Siento que ni Putin ni Zelenski estén hablando de paz en este momento. Creen que ambos van a ganar y no necesitan hablar de paz. No es posible construir una propuesta en guerra. Queremos que primero cesen los ataques y luego encontrar una salida negociada. Pero, a continuación, añadió: ‘No vine al G-7 para discutir la guerra en Ucrania. Las discusiones sobre la guerra tendrían que tener lugar en la ONU, en concreto en el Consejo de Seguridad. La ONU ya no tiene autoridad para mantener la paz en el mundo, porque son los miembros del Consejo de Seguridad los que hacen la guerra’. Bien supo agarrar Lula al toro por los cuernos. No se anduvo con subterfugios. Además, pidió una reforma del Consejo de Seguridad, siempre en manos de los mismo, y advirtió que su país, Brasil, junto con otros, como China, India o Indonesia, estaban vertebrando un bloque para intentar una política de paz en el mundo.
Decíamos que resulta vergonzoso que Japón se haya rebajado a lamerle las botas al Tío Sam al permitir la citada cumbre en la emblemática ciudad de Hiroshima. Hablar del G-7 es hablar de la OTAN, del unilateralismo, la globalización y el neoliberalismo, aunque se le disfrace de un supuesto liberalismo sustentador de los valores democráticos. El ritmo de toda esa conjura entre los más ricos del mundo y el belicismo atlantista lo marca el país que, en el mes de agosto de 1945, dejó caer dos bombas atómicas sobre dos ciudades japonesas, cuando ya la II Guerra Mundial estaba prácticamente decantada y la Alemania naZi ya había rendido armas en abril de ese mismo año. Hiroshima y Nagasaki fueron las ciudades mártires. Se calcula que cerca de 250.000 seres humanos fueron borrados del mapa y otros 100.000 quedaron malheridos, sin contar las secuelas futuras por la radiación atómica. Y sin contar tampoco los 80.000 civiles japoneses que los días 9 y 10 de marzo de 1945 fueron exterminados por los masivos y criminales bombardeos sobre Tokio de la aviación norteamericana. Los bombarderos B-29 perpetraron auténticas masacres sobre la población nipona, arrojando napalm, como luego harían en Vietnam, sobre zonas densamente pobladas, generando terribles incendios. Los ciudadanos estadounidenses aplaudían a rabiar aquellas matanzas, porque, en el fondo, pensaban que los japoneses no eran más que ‘subhumanos amarillos’, del mismo modo que eran ‘subhumanos negros’ los africanos arrancados de su continente y utilizados como esclavos en sus plantaciones de tabaco y algodón.
No todos los manifestantes que desearíamos, pero sí cientos de ellos han inundado las calles de Hiroshima. El despliegue de fuerzas antidisturbios para blindar a la casta capitalista mundial, convocadora de la cumbre, ha sido desmesurado. Pero los japoneses concienciados han lanzado gritos contra esa élite que se pavonea de ser los más ricos del mundo cuando medio mundo pasa auténticas necesidades. Ellos, los nuevos ‘guerreros del antifaz’, alimentan impunemente, incluidos los halcones hispanos que, aunque España no pertenezca al G-7, con todas sus fuerzas, el fusil y la bomba, el tanque y los misiles de largo alcance y, dentro de poco, con los F-16. ¿Qué vendrá después? Nos han estado engañando miserablemente. Mienten con verdadero cinismo. Por de pronto, los japoneses han paseado pancartas donde se leía muy clarito: ‘No a la cumbre imperialista del G-7’, ‘Fuera las manos de Ucrania’, ‘No a la guerra contra China’… Pero manda quien manda y, mientras la gente que quiere la paz, gritaba por las calles, ellos, los del belicoso G-7, marcaban sus geoestregias, anunciando nuevas sanciones contra Rusia y dispuestos a enviar todo el armamento que sea necesario al ejército ucraniano, de manera indefinida. No quieren la paz y buscan la humillación del pueblo ruso. El primer país del mundo que usó la bomba atómica contra la población, sin piedad alguna, puede volver a repetir tan espantosa y criminal hazaña. Entonces, puede responder Moscú con la misma medicina, o hacerlo antes si ve amenazada la existencia de su país. Sería el apocalipsis. Miedo da el pensarlo.
Acabando de escribir estos párrafos, comienza el baile de los resultados de las elecciones municipales y autonómicas en este país, donde han vuelto los bandoleros a salir de sus escondrijos, pero no para robar las valijas y las carteras, sino los sobres con los votos. Los de ahora son bandoleros muy ricos, que llegan a pagar por cada voto un buen puñado de euros. No escuchamos prácticamente a nadie, entre los miles de voces que han pretendido vendernos la moto en el rifirrafe de la campaña electoral, debatir sobre el papel beligerante de España en la guerra de Ucrania, cuando incluso está afectando al encarecimiento de la cesta de la compra. A lo mejor es que no era ‘políticamente correcto’, frase tan propia de los gatopardistas. ¿En qué estamos convirtiendo esta democracia liberal y burguesa? Seguiremos en la próxima entrega y continuaremos siendo políticamente incorrectos.
……………………………………………………………………….
Descansemos sobre los hombros de la poesía. Es un buen bálsamo que, sin oponerse a nuestra natural rebeldía ante los desmanes de este mundo a veces inmundo, nos sosiega y nos guía. Os dejamos, pues, con ‘El Poeta de la Niebla’, que no pasa el poema ‘Guarida’, con referencias a la primera parte de esta crónica. De su poemario ‘Aquellos años’.
GUARIDA
Tenía mi refugio
en un rincón que formaban
los muros pizarrosos
de prado familiar.
Dos ciruelos guardaban
la entrada a la abrigada.
Escobas, palos, cuerdas…
Mi espiritual retiro.
Solo mío y no de otros.
Prefería guarecerme
días plomizos, con lluvia.
En sus penumbras, daba
en cavilar sobre esto
o aquello: infantiles
torturas, que se fueron
no sé dónde y que apenas
las recuerdo. De aquellos
temblores llegan ahora
terremotos más fuertes.
Aguantándolos vamos.
No queda otro remedio.
Sel de Los Cermiñales:
estigma va por dentro.