Félix Barroso Gutiérrez
El pasado día 12, efemérides de La Pilarica, se abrió, en tierras extremeñas, la veda para la caza. Los que andamos todas las tardes zancajeando por barrancos y arcabucos, alcores y llanadas, cordeles y cañadas, ya escuchamos las explosiones de los tiros. A veces, nos han asustado cuando las hemos sentido muy cerca, pues es todo un peligro meterse en las espesuras sin saber que hay cazadores merodeando por los mismos parajes. Por ello, bueno es ir cantando a todo pulmón, para lanzar una señal de alarma. Antes, cualquier campesino cantaba realizando sus faenas agropecuarias, alegrando el campo con viejas tonadas, incluidos antañones romances que ya están desapareciendo del mapa a marchas forzadas.
Pero, luego, dieron en venir los transistores. Toda una esperpéntica imagen ver a un pastor, con el transistor colgado al cuello, en medio de los balidos del rebaño de ovejas. Los transistores acallaron los cánticos. Y ahora ya ni transistores, que solo se oyen los ruidos de “los maquinarius”, como designan los paisanos a todo ese ronco guirigay mecanizado que se adueñado de cordilleras y mesetas. Si uno se lanza a cantar entre la maraña de escobones, retamas, jaras o majuelos, lanzando impetuosamente las notas al cielo, seguro que lo toman por loco; pero mejor esto que no recibir una descarga de fuego amigo.
Recuerdo que, en mis años mozos, frecuentaba el bar de “El Morenu”, que así conocían en el pueblo al vecino Marcelino Moreno Retortillo, dueño de ese establecimiento, ubicado frente al antiguo salón de baile de “Ti Saturninu Pajita” (Saturnino Jiménez Martín). En una ocasión, coincidí en el chateo (no por whatsapp, que entonces nada se sabía de este artilugio) con el lugareño Cipriano Pérez Esteban (“Ti Ciprianu Pelleju”, para más señas locales). Con el vaso de vino en la mano, Cipriano, que era un avezado cazador, como lo fue su padre, Juan Pérez Rodríguez (“Ti Juan Pelleju”), me narraba que ellos cazaban porque tenían afición, pero también porque “jadía falta carni pal pucheru o se engruesaba algu las poquinas perras jorras de la jacienda”. O sea, que no solo se cazaba, en nuestros pueblos, por pura y mera diversión, sino porque la caza hacía más amena la menguada olla del mediodía y también, con su venta, se obtenía algún dinero. La imagen de liebres, conejos o perdices, expuestas en los bares, colgadas de alguna alcayata, era muy corriente. Se exponían para la venta. También subían algunos cazadores al coche de línea de Plasencia y se iban a vender las piezas cobradas al “Mercau de los Martis”, de gran tradición en dicha ciudad.
Muy consciente era Cipriano de que los cazadores del pueblo, del nuestro y de otros miles que se desparraman por la geografía, nada tenían que ver con la caza de las monterías, que organizan los ricachones en sus grandes fincas, donde cada puesto vale un ojo de la cara y donde se mata por matar, no porque se necesite para comer o sacar algunas perrillas que alegren algo los escasos ahorros familiares. Le llevaban los demonios cuando veía en la televisión imágenes con auténticos tendederos de montones de ciervos, jabalíes, corzos, gamos…, abatidos sin dar cuatro patadas por el terreno. “Esu es una carnicería; no se puedi permitil”. Y me explicaba que los cazadores como él si veían un bando de perdices, se iban detrás de ellas mañana y tarde, y casi de noche, haciendo muchos kilómetros y gastando muchas suelas, parando solo a comer un bocado. Afirmaba que eso era la caza, en la que se hacía mucho deporte y no el masacrar las piezas desde un puesto con un rifle que solo se lo pueden permitir “los que tienin bien forraus los reñonis”.
Cipriano me refería, igualmente, como, de mozo, ayudaba a su padre, que fue integrante de la Guardia Cívica Republicana de la localidad, a fabricar cartuchos caseros. “De antis, no se vía cartuchu nengunu pol los campus”, me decía. Bien cierto era que se recogían las vainas para rellenarlas de munición. Pero, ahora, pese a la prohibición expresa de no dejar las vainas por el monte, se ven cientos de ellas, con la degradación medioambiental que suponen. La falta de conciencia cívica es una asignatura que suspenden, en este país, no solo ciudadanos de altos vuelos, sino también muchos de a pie.
…………………………………………………………………………………………………………….
Euforia contenida ante los datos de contagios en nuestra comunidad autónoma de Extremadura. Los últimos datos solo dan cuenta de 25 nuevos positivos, situándose la incidencia a 14 días en 38,40 casos. Son 19 las personas que están ingresadas en los hospitales extremeños; solo una en UCI, en el hospital de Plasencia. Pero las autoridades sanitarias recomiendan que aún no ha acabado todo. Tal vez puedan dar un respiro los países que tiene a más del 70% de sus ciudadanos vacunados, pero quedan otros muchos, pobres y del Tercer Mundo, donde no se ha vacunado ni a un 10%. Se avisa de que el riesgo cero no existe y que todavía hay mucho virus pululando por el planeta tierra. Siempre hay que recelar de una pandemia que ha matado a una de cada 2000 personas en el mundo y ha infectado a una de cada diez personas en España.
……………………………………………………………………………………………………………….
Tercera parte de la crónica (no siempre al gusto de todos). El PSOE acaba de celebrar el pasado fin de semana, en Valencia, su 40º Congreso Federal. Un montón de enmiendas a la ponencia marco llevaban implícitas la defensa de la república como modelo de Estado: 1500 páginas donde se plasmaban claras y rotundas referencias al “espíritu y valores republicanos”, a la “personalidad obrera y republicana”, a la “tradición republicana del PSOE”, a la consecución de la “República Federal”, del “Estado Español Federal y Republicano” o de la “Tercera República”. Las Juventudes Socialistas y la corriente Izquierda Socialista exigen también la “celebración de un referéndum sobre monarquía o república”. Izquierda Socialista no tiene pelos en la lengua: “el pueblo español tiene derecho a decidir sobre la forma de Estado bajo el que quiere vivir. Se necesita realizar un referéndum consultivo sobre monarquía o república. Los socialistas hemos de tomar la iniciativa para crear las condiciones necesarias para superar la actual situación impuesta por las restricciones existentes durante la Transición. Ha llegado el momento de intentar tener, elegido democráticamente, un presidente de una república española federal y laica. El PSOE, republicano por naturaleza, y en pleno desprestigio de la cúpula de la Casa Real, ha de coordinar el bloque de fuerzas republicanas que mediante un segundo "Pacto de San Sebastián" alcance la III República”.
Tampoco se andan con medias tintas las Juventudes Socialistas: “el horizonte republicano debe formar parte de la estrategia partidista a largo plazo. Es una obligación moral que la propuesta de apertura de un proceso constituyente en nuestro país sea impulsada desde el PSOE. Los marcos legales vigentes no permiten la implementación efectiva del socialismo, por lo tanto, el PSOE, debe proponer a las Cortes Generales un referéndum consultivo, previsto en el Artículo 92 de la Constitución Española, para que el pueblo español ejerza libre y soberanamente su derecho a elegir su modelo de Estado”. Incluso van más allá y piden “una investigación en el Congreso sobre el rey emérito”, que, como es sabido, ha sido rechazada, hasta la fecha, por el PSOE. Los jóvenes del PSOE exigen a su partido que no se ponga de perfil y lidere una nueva comisión, a fin de que se esclarezcan las corrupciones e inviolabilidades de Juan Carlos de Borbón, que son la comidilla diaria entre la ciudadanía española.
A tenor de todo lo expuesto, surge la necesaria pregunta: ¿Por qué nunca prosperan, congreso tras congreso, las enmiendas de Izquierda Socialista y de las Juventudes Socialistas en el asunto referente a la República? Todas las encuestas apuntan a que, entre los militantes y votantes del PSOE, son más los partidarios de la República que de la Monarquía. De hecho, dicho partido es de raíz republicana, laica y netamente de izquierdas. ¿Cómo esta mayoría permite que triunfe siempre una minoría, cuyos postulados suelen alejarse bastante de las raíces históricas del PSOE? Porque una minoría conformó la comisión encargada de abordar la temática relacionada con “Regeneración Democrática, Justicia, Memoria Democrática y España Constitucional”. Esta comisión ha tumbado todas las enmiendas presentadas por numerosas provincias, entre las cuales, como de costumbre, no están ni Badajoz ni Cáceres, lo que demuestra el espíritu complacientemente monárquico y de apoyo al emérito fugado a los Emiratos Árabes por parte del PSOE de nuestra bellotera y mangurrina región. Entre todas las enmiendas, destaca la combatividad democrática de la presentada por Valencia: “No puede dejarse en manos de los privilegios de la Herencia y los designios de la Providencia la máxima representación de nuestro Estado y la jefatura suprema de nuestras Fuerzas Armadas”. Y se insiste en hacer “redoblados” esfuerzos para crear el clima adecuado que lleve prontamente a la instauración de la III República.
La citada Comisión ha respondido con la misma canción de siempre, un patético soniquete que acabará estallándole entre las manos, pues no se puede mantener eternamente esta tensa esquizofrenia, ninguneando la opinión mayoritaria de las bases. Esta ha sido su sobada y cobarde respuesta: “El PSOE se reafirma de forma clara y contundente en los valores republicanos y democráticos que ha defendido a lo largo de toda su historia, a la vez que confirma su lealtad al pacto constitucional de 1978”. Muchos socialistas, como sabemos de buena mano, están hasta los mismísimos de tanto “pacto constitucional de 1978”: monserga y disco rayado que solo se utiliza para blanquear y blindar privilegios, corrupciones y otras conductas depravadas.
………………………………………………………………………………………………………………….
Finalizamos nuestra crónica compadreando con nuestros dos poetas, que nos vienen acompañando en este largo recorrido. Ismael Carmona García nos hace entrega del poema “Niebla”, donde, en Lengua Estremeña, nos va desgranando unas preciosas metáforas, en las que la luz de una farola se conjuga con la niebla, personificada la sombra en la propia figura del rapsoda. De su poemario “Pan i Verea”.
—NIEBLA—
Naranja cai la candilá
duna farola d’abangá
por cima d’estas ramas
que l’ataraçan i l’arruñan.
5 La lus s’ametala i comboa
colas gotas de niebla,
arremollecías horman las flama
s que’l ahuncu m’alampan.
Me paecin venas que gatean
10 las retuertas ramas d’esti arvu!
Me paecin herretis d’abejas
que en esta corteza se hundin!
―Cutaínu!― dizis quantis que me veis
assobaldau ala sombra dun arvu
15 que nenguna oja gasta.
Mira que soi yo agora quien da sombra
ala lus d’esta farola herreña,
mira que’l candil s’apagó:
no ai moca que valga.
Como viene haciendo últimamente, el “Poeta de la Niebla”, nos muestra su mano blanca y húmeda, en la que lleva un fragmento del poema “Cazadores”, perteneciente a su poemario “Paisajes de Otoño” y que tiene que ver mucho con la primera parte de esta crónica:
CAZADORES
… Y me llegan nombres
antiguos, tal que Florencio “Pitorra”,
clanes de “Palominus” y “Pellejus”,
Justo Patina y sus cobrizos vástagos,
Hilario “Lorinu”, Esteban “Jambrina”,
Germán Corrales, Jacinto Montero,
José “El Jerreru”, Vito “Tunina” …
Todos ellos cazadores de raza,
de contados cartuchos en canana.
Todos ellos duchos rastreadores,
capaces de ver lo que otros no veían,
capaces de oír lo que otros no oían,
capaces de oler lo que otros lo olían,
capaces de intuir lo que otros no intuían,
capaces de fruir lo que otros no fruían.
Allá donde ponían el ojo, ponían
la munición, sin malograr el grano.
Allá donde arrancaba la pieza,
seguían sus vientos, sin llevar cronómetro.
Allá donde el cruento sacrificio,
bocado raudo y agua del regato.
Allá donde acudía la noche,
cama redonda, tenada y lumbre.
Allá donde mediaba siglo veinte,
monteaban cual cosarios calcolíticos.
No lo dudéis, amigos: ellos eran
también depredadores, alimañas
en continua lucha por la vida (…).