Félix Barroso Gutiérrez
Siempre amé con pasión las noches en que agosto agonizaba. Ya oscurecía antes y las horas nocturnas se iban alargando. Los paisanos salían a sentarse al fresco a las puertas de sus casas, después de la cena. Habían terminado los sufridos trabajos de la cosecha y ya no castigaba el sol y el bochorno como en la propia yema del verano. Toda una vecinal socialización sentarse en los poyos de moleña, que eran perennes centinelas a la entrada de las humildes viviendas.
Se hablaba de lo divino y de lo humano y se reciclaban infinidad de pasajes tradicionalizados a lo largo de los tiempos. Si no había sitio en los poyos, se tomaba asiento en rústicas graderías de casas que desnivelaban el siempre irregular trazado de las calles, en los umbrales o incluso sobre las lanchas o enrollados del mismo suelo. No existían remilgos a la hora de tomar asiento, ya que el hombre era una prolongación de la propia Naturaleza, madre y madrastra, y estaba todo el día en directo contacto con la tierra, la piedra y el polvo.
Llamaban “estal al serenu” al rato de plática bajo la luz de la luna y las estrellas, que se apreciaban en su titilar y magnitud, pues las bombillas con plato de las calles, de macilento y amarillento alumbrar, no les hacían sombra a los astros del cielo. Corría “la marea” (brisa nocturna), que, de amanecida, se convertía en “el resenciu” (frescor más húmedo, que, a veces, requería la chaqueta). Nosotros, chiquilicuatres en plena pubertad, nos entreteníamos con mil juegos, recorriendo a galope calles y plazuelas del lugar, hasta que el cuerpo se rendía y acudíamos, soñolientos, a la vera familiar. Nos sentábamos en corro y no tardábamos en volvernos puros tiestos. Nos mandaban, al momento, a “il a vel al tíu de las sábanas brancas”.
Ascendiendo a adolescentes, acudíamos alguna que otra noche a la caza de ranas en charca y lagunejo. Con linternas de petaca, la tabla y el saco, salíamos tan ufanos del pueblo y nos encaminábamos casi siempre a las lagunas de la dehesa boyal y comunal. Había, y sigue habiendo, tres enormes charcas, llamadas “Laguna del Ositu”, “Laguna Nueva” y “Laguna del Encinal”. Modernamente, se conformó el que llaman “El Pantanillu”, habiendo enterrado el topónimo de “Valli de los Zarzalis”, que es como siempre se denominó a ese paraje. Se han hecho intentos de excavar otras lagunas, pero la modernidad embotó el olfato de los “artistas” que se embarcaron en tal intento y sus proyectos devinieron en rotundos fracasos. Desconocen la virtud antigua de olisquear los fértiles veneros y solo han conseguido convertir en barranqueras ciertos valles. La noche, llena de miedos y misterios, se nos caía encima.
Cualquier ruido nos ponía en guardia. Pero era llegar a las lagunas, en silencio profundo, enfocar las linternas hacia la superficie plateada y comenzar a llegar las ranas. Los tablazos se sucedían y las ranas iban cayendo en el saco. Hecha la carga, regresábamos, casi de madrugada, al pueblo. Nos acostábamos y, luego, destripábamos y pelábamos las ranas, decapitándolas y mutilándoles las patas delanteras. Nuestras madres se encargaban de preparar una buena “entomatá” y nos relamíamos con sus apetitosas ancas.
Aprendí a familiarizarme con los fantasmas de la noche, sus extraños sonidos en algunas ocasiones y ella pasó a formar parte consustancial de mis andanzas. Ahora, cuando salgo por las tardes a mis variopintos rastreos y prospecciones, procuro que el regreso en busca de mi querido y destartalado todoterreno, lleno de cicatrices por el servicio prestado, sea siempre de noche, a fin de darme un baño de noctámbula Naturaleza. ¡Qué bien se aprecian los sonidos a esas horas y los astros que brillan y que parecen colgar de la infinitud del firmamento!
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Subimos el primer escalón de nuestra crónica, dejando atrás la bajera, y damos el breve repaso acostumbrado al estado de la pandemia en nuestra región extremeña. A fecha de hoy, domingo, día 29 de agosto, se suman otros 195 casos positivos de Covid-19. Hay 144 personas ingresadas en los hospitales y 16 se encuentran en la UCI. Se registran dos nuevos fallecimientos: un varón de 74 años, no vacunado, de Trujillo, y otro varón de 92 años, vacunado, que se encontraba en la residencia de La Pesga. En total, son ya 1845 los pacientes que ha fallecido a causa de la pandemia en Extremadura. La incidencia acumulada en la región a 14 días se sitúa en 471,48. Seis nuevos brotes en Logrosán, Montijo, Esparragosa de Lares, Badajoz y Oliva de la Frontera.
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Un paso más y estemos el segundo escalón de nuestra crónica, la que siempre echa fuego, ya sea fuego amigo o del oponente. Absténganse, pues, los que padezcan de acidez gástrica o de flatulencias de origen nervioso. Hoy, vamos a traer a dos GARZONES. Por un lado, nos encontramos con Carlos Alberto Garzón Espinosa, destacado dirigente de Unidas Podemos y actual ministro de Consumo.
En el tiempo que lleva de ministro, parece ser que solo se ha dado a conocer por el asunto aquel en el que aconsejaba que los españoles deberían comer menos carne y que ha levantado una tremenda polvareda y la graciosa y perversa salida de su compañero del gabinete ministerial, que no de partido, Pedro Sánchez Pérez-Castejón, presidente del Gobierno. Alberto Garzón se limitaba a trasladar tan solo a la ciudadanía la opinión de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), aclarando que había que reducir el consumo de carne, pero no dejar de comerla. Pedro Sánchez se puso del lado, como de costumbre, de las grandes multinacionales y otras industrias cárnicas y de los que les gusta el chuletón en su punto, en cambio, Alberto Garzón optó por la salud de los consumidores y por lo que se contentan con un filete poco hecho.
Cierto es que poco ha abierto la boca, al menos de cara al público, nuestro ministro de Consumo. Hay bastantes comentaristas que le atacan por cierta cobardía, que se hace extensiva a otros miembros de Unidas Podemos, en el polémico problema de las industrias energéticas y la abusiva, feudal y neoliberal subida de la factura de la luz. Parece ser que los puntos programáticos de su partido, IU, son muy claros al respecto: “Desprivatización de los sectores estratégicos de la economía”.
Entre ellos, está la energía. Pero sin saber cómo ni cuándo ha pasado de hacer declaraciones públicas pidiendo la nacionalización de las eléctricas a una simple investigación para garantizar el correcto funcionamiento del libre mercado. ¡Inaudito! De una punta a otra. De defender una empresa pública que garantice el funcionamiento de un bien imprescindible mediante su intervención en el mercado, evitando la especulación y el escandaloso y multimillonario engorde de las compañías eléctricas privadas, se ha pasado a defender la idoneidad del salvaje mercado capitalista. Cierto que IoneBelarra, secretaria general de Podemos y ministra de Asuntos Sociales, está defendiendo a capa y espada la creación de una empresa pública de energía, que acabe con los abusos del oligopolio eléctrico.
Pero, a la postre, vuelven a surgir los puñetazos en la mesa del sector socioliberal del Gobierno y a hablarse, una vez más, de la sobada “correlación de fuerzas”. Si a los ministros de Unidas Podemos se les pide por parte del PSOE que legitimen el capitalismo y sus perversiones, deberán responder que para eso ya están el PP, Vox y Ciudadanos. Pero si no pueden ni bajar el precio de la luz y son ninguneados con el no cumplimiento de lo pactado en el programa del Gobierno de coalición, lo más digno que pueden hacer es dimitir y que el socialreformismo “pesoísta” se vea él solo las caras con las clases trabajadoras y los más desfavorecidos de esta sociedad.
Sabido es que el juez Baltasar Garzón Real fue expulsado de la carrera judicial el día 22 de febrero de 2012, al ser condenado por el Tribunal Supremo a 11 años de inhabilitación por un delito de prevaricación cometido durante la instrucción del caso Gürtel. Ahora, el comité de Derechos Humanos de la ONU da la razón a este otro Garzón, concluyendo que el Tribunal Supremo vulneró su presunción de inocencia y se saltó las preceptivas garantías del proceso judicial. La ONU exige al Estado español una “reparación integral”, borrando sus antecedentes penales y le “proporcione una compensación adecuada por el daño sufrido”.
Aparte del caso Gürtel, donde el PP está metido hasta más arriba del cuello, el juez Garzón también investigaba los crímenes de la dictadura franquista. ¿Y, ahora, qué? Pues a indemnizar al juez con el dinero de las arcas públicas, de nuestros bolsillos. ¿Por qué no se obliga a los jueces ultraconservadores, del “Opus Dei”, carcomidos por las nostalgias franquistas o tan contemporizadores con la derecha y el ala liberal del PSOE a echar mano de sus chequeras para compensar el terrible daño que hicieron con su sectaria sentencia? No se depuraron las instituciones a su tiempo, recién estrenada la democracia, y, por ello, suceden estas cosas. De aquellas impunidades vienen estas arbitrariedades.
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Pasamos, a toda velocidad, al peldaño tercero de la crónica y ya nos esperan en el rellano de la escalera nuestros poetas: Ismael Carmona García, con su “Diccionario de Equivalencias Castellano-Estremeñu” bajo el brazo, y “El Poeta de la Niebla”, del que solo olisqueamos el rastro poético que deja su invisibilidad helada. El primero nos entrega su poema “San Juan”, un apretado haz de versos donde se nos pinta el regocijo de la emblemática y mágica fiesta de San Juan de junio, perteneciente al poemario “Pan i Verea”. Y el segundo sostiene en su imperceptible mano el poema “Los fantasmas de la noche”, que corresponde a su libro poético “Del telúrico son de la tierra”, y que tiene mucho que ver con los primeros párrafos de esta crónica.
—SAN JUAN—
Sean al anal ligeras las alas,
la cabeça herreña al pensal sea.
Tenga la vena apenas la esperança
mesma que empuebra senaras eternas.
5 Cantai! Paqueassoprin alas pargañas
que desean abarbal las estrellas.
Bailai! Que se muevan las vuestras haldas
al son del tambol junta la candela.
El cielu los arvus la vega naci
10 comu los colorisena pintura,
verdaera naturaleza el arti.
El suelu avienta al ombri que le lambi
mentris le hampa botonis i múa,
alientuqueandu, queandusangri.
15 Eu! Perucantai i bailaijunta’lhuegu
que’lveranuemprencipia
acomolgau dela flama la siesta!
LOS FANTASMAS DE LA NOCHE
Con más que frecuente frecuencia,
es muy normal que, galopando
sin caballo por esos campos
de Dios o del Diablo, se me eche
la noche encima y se me alleguen
los fantasmas de los ruidos, locos
o cuerdos, que maman de la ubre
de la oscuridad. Logré echarlos
a fuerza de acostumbrarme a ellos.
Hay quien se pone de los nervios
con canto lúgubre del cárabo
o con volar del chotacabras,
o se altera al menor ruido
que escucha entre las ramas. Pesa
la noche como gruesa losa
de sepulcro y, tal vez, de un trago
te engullirá si no comprendes
las partituras de sus cánticos.