José Tomás Cruz Varela

Aquí hay algo que no cuadra y debe ser aclarado cuanto antes por quien corresponda. Si el ex-presidente de la Junta de Andalucía, está totalmente convencido y con la conciencia tranquila, en lo que respecta a su actuación sobre la subvención de 10,1 millones de euros otorgada por la Junta a la empresa Minas de Aguas Teñidas (MATSA), en la que figura su hija, Paula Chaves, como apoderada, no es suficiente con que el Gobierno manifieste que Chaves está a disposición del Parlamento, ya que para asegurar que dicha comparecencia se materialice es preciso que sea el propio ex-presidente quien solicite acudir al Congreso.
El Partido Popular, para evitar que dicha comparecencia no se produzca, está sondeando a otros grupos políticos en busca de apoyos para forzar al PSOE y al Gobierno a agilizar este trámite. En principio, el PNV, se muestra favorable y CIU manifiesta que no votará en contra.Si lo que pretende el Gobierno es eludir la mencionada comparecencia, alegando que la petición no tendría cabida, de acuerdo con los trámires reglamentarios, antes del periodo de sesiones que concluye el próximo 30 de junio, cometeria un error importente, ya que tal maniobra supondría evitar descaradamente que el vicepresidente tercero, rinda cuentas de su presunto irregular proceder ante la Cámara.
Manuel Chaves, aunque solo sea por verguenza torera, está obligado a dar la cara con luz y taquígrafos. Las acusaciones son graves y tanto la "Opisición" como la ciudadania, tienen pleno derecho a conocer la verdad sobre este feo asunto, siendo Chaves el primer interesado en desmentir a todos aquellos que le acusan de tráfico de influencias, muy cercano a la prevaricación y el nepotismo.
Huele cada vez peor la herencia legada a los andaluces por parte de su ex-mandatario durante 19 años y el pueblo soberano no se merece tal tratamiento.
El presidente Zapatero, debe obligar a los suyos a que asuman sus "sus responsabilidades políticas", tal como procedió ejemplarmente con el ex-ministro de Justicia. De todas formas, con Chaves, solo se estaría adelantando algo ya decidido tiempo atrás. Su ascenso fué la típica "patada hacia arriba". España, además, nada pierde con la prejubiliación de tan nefasto personaje politicamente considerado.
Alguien debe poner coto a tanto abuso y esa incómoda tarea le corresponde al presidente del Gobierno, pero en este caso y dada la categoria del vicepresidente tercero, a los tres dias estaria totalmente olvidado. Se impone terminar con el derecho a la impunidad.
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