
Esta medida se salta a la torera conquistas objetivas de la medicina y preceptos médicos que hemos alcanzado todos, gracias a la construcción colectiva de la sanidad pública. No se entiende que nos dejen a las mujeres, sin límite de edad, sin la historia clínica imprescindible para conocer los avatares de nuestra salud tras ingerir las pastillas, sin la detección temprana de intolerancias al tratamiento o a determinadas sustancias, sin la oportunidad de corregir los malos hábitos que, aunque seamos mujeres y las ministras crean que somos perfectas, también podemos llegar a generar. Es el médico quien regula y aporta la información necesaria combatiendo la mala práctica de automedicarse. Y cualquiera de nosotras debemos poder tener la oportunidad de alcanzar esas garantías, aunque se trate de un tema sexual.
Porque la medicina, lejos de ser una ciencia exacta, trata de la proporción en la cura relativa a la sustancia que se toma y al paciente que la ingiere, de ahí que el control del médico sea imprescindible. Las ministras que presentaron la medida deben creer que la medicina es como la matemática. Un desconocimiento imperdonable en una ministra de Sanidad. Y un descuido terrible en la de Igualdad quien debiera aplicarse en que cualquiera que sea el tema de que se trate, las leyes deben velar por hacernos iguales, sin excepción, en lo que la ley regula o exige. Y hoy, en España, si no se corrige el anuncio, se estará vulnerando el derecho a la asistencia de un médico cuando se precisa un tratamiento.
¿Qué tiene de excepcional un tratamiento antiovulatorio como para ser excluido del servicio sanitario? ¿La medida forma parte de la austeridad frente a la crisis? ¿Lo hacen para ahorrarse consultas? ¿O para ahorrarse estadísticas? ¿Por qué las mujeres afectadas no podemos acceder a las mismas garantías médicas y nos tenemos que conformar con comprarlo en la farmacia y a ver qué pasa cuando me lo tome, sin el control de un especialista? ¿Por qué se nos ofrece el anuncio como una conquista cuando por más vueltas que le doy no veo otra cosa que intentos de dejación de deberes de la sanidad pública?
Y esa apelación a la intimidad ¿no suena a que se prefiere que siga reinando el secreto sexual oscurecido y solitario, como antaño, del susto del día después? La mujer solucionando por sí misma lo inconfesable, releyendo una y otra vez el prospecto y vigilando las reacciones del cuerpo ante el aluvión hormonal. ¿Son medicinas o son golosinas? Dos términos que nos invitan a confundir pero que haremos mal si nos dejamos llevar.
Lejos de banalizar el sexo, como he leído por ahí, la píldora del día del susto ahondará más en la excepcionalidad de lo sexual, pues como tal excepción se está tratando. Sin contar que, al alcance de cualquiera, un abusador de menores podrá administrarla sin que trascienda, sin dejar huella, la manceba de la farmacia como único testigo. Normal 0 21
Comentarios |
|