Antonio Quintana
Hay ocasiones en las que se dice aquello de a grandes males, grandes remedios, lo cual significa que los problemas de gran envergadura requieren soluciones acordes. Es decir, soluciones drásticas o grandes soluciones. Tal vez ese haya sido el motivo de la remodelación de los ministros de Zapatero. Pero a veces esas soluciones o remedios son peores que el problema en sí.
¿Qué lectura podemos hacer de la remodelación ministerial llevada a cabo por ZP? La primera de ellas es que Rodríguez Zapatero, definitivamente tendrá las llaves de la caja con la llegada de Elena Salgado en el área de Economía y Hacienda y por lo tanto se cierran filas, recias y marciales, ante las discrepancias abiertas entre Solbes y un Rodríguez Zapatero del que se cuentan en los mentideros políticos tales como: tabaquerías, restaurantes, y cantinas, que es muy difícil trabajar con semejante presidente del gobierno.

Otra de las novedades de Zapatero ha sido el nombramiento de Ángeles González-Sinde como ministra de Cultura, defensora del canon digital y de las subvenciones al cine español que tantas satisfacciones ha dado al “sindicato del la ceja” no en balde ZP lleno los bolsillos del decadente cine español con ayudas publicas por un total de 85 millones de euros, dicho de otra forma el cine español recibe mas dinero en subvenciones que lo recaudado en taquilla durante el 2008. Y mientras la farándula se pone las botas, son miles las familias que no reciben ni un solo euro por subsidio de desempleo. Menudo artista este Zapatero.

Lo de Manuel Chávez puede que tenga varias lecturas, lo que esta claro es que este personaje del clan de la tortilla, deja en Andalucía un  millón de parados y como pintan allí las cosas, este eslabón del felipismo, no tiene garantizada la mayoría para seguir en la poltrona, aunque dicen las malas leguas que la presencia de Chávez en el gobierno será como el bicarbonato, que ayudara a digerir a unos mas que a otros la financiación autonómica y al PSC la sentencia del Constitucional sobre el nuevo Estatut, en el caso que esta no sea nada agradable.

Pero la vida sigue igual, también para Zapatero y aunque no queden agujeros en el cinturón, el presidente del gobierno va poniendo parches y remiendos a los rotos y descosidos, pretendiendo dar lustre a un maltrecho gobierno que se va quedando sin retales ni hilos para pespuntes, después de un año de andadura y donde la sonrisa, como en aquel decadente  régimen, la pondrá una irrelevante  Trinidad Jiménez.

Y como no se puede pedir peras al olmo, la política Zapatero es como aquellos parches Sor Virginia, unas cataplasmas que prometían aliviar los dolores, aunque el inconveniente de semejantes emplastos era que se soldaban a la epidermis y la operación de separarlo era complicada y tras su uso, el dolor reaparecía con igual intensidad y es que la cataplasma no actuaban sobre las causas, dando con ello lugar al claro ejemplo de que es peor el remedio que la enfermedad.