
Sinceramente, creo que el cambio político que se va a producir en el País Vasco, es el más importante que ha ocurrido en nuestro país, en ese orden de cosas, desde la victoria del PSOE en el año 1982. Incluso se me antoja aún más necesario que aquel. No olvidemos que después del Movimiento Nacional, fundado por el caudillo, el PNV, ha sido el partido que más ha durado en el poder en España, aunque solo sea en una parte de ella, en los últimos 100 años. Claro, que el PSOE le igualaría en Andalucía y Extremadura, de no ser porque en ambas comunidades el autogobierno entró en vigor algo después. Por cierto, Chávez, ha tenido que ser nombrado vicepresidente del Gobierno para evitar que se vuelva a presentar a las autonómicas del 2012, como ya amenazó en su día. Y, además, sin necesidad de un referéndum como el que ha tenido que hacer su tocayo de Venezuela. Ya sabemos que el cargo de ministro es la prejubilación de los presidentes autonómicos cansinos, también conocidos como barones. ¡Dios mío, qué ansia!
Dicho esto, no deja de sorprender la facilidad con la que han llegado a un acuerdo el PP y el PSOE en Euskadi, después de que unos y otros lleven décadas convenciéndonos de que sus proyectos políticos son tan diferentes y antagónicos. Hasta tal punto eso es así, que el principal argumento que suelen utilizar los de PSOE para pedir el voto de sus seguidores es la amenaza de que “viene el PP”. Lo que le suele resultar bastante bien a juzgar por los resultados. A su vez, los del PP, hacen más o menos lo mismo. Aunque, también es verdad, que con desigual fortuna. Así que podemos decir, que, en esencia, los respectivos votantes de este bipartidismo defectuoso, más que imperfecto, no votan tanto para apoyar a su partido, como para evitar que gane el contrario. De tal forma, que es perfectamente normal, (mayoritario, diría yo), el proceder de ese ciudadano que después de pasarse por las urnas donde acaba de dar su voto a Zapatero o a Rajoy, se vaya a tomar un café al bar de la esquina y lo ponga como un trapo. Y si alguien le recuerda que acaba de votarle, inmediatamente responderá, hombre!, es que si no viene el otro que es peor. O sea, que no se vota para que gane el propio sino para que pierda el ajeno. Puede parecer que es lo mismo, pero no es así. Y es lo que explica que el 90% de la población ponga a caer de un burro a la clase política que nos gobierna y luego le vote masivamente.
Esta perversidad democrática es, fundamentalmente, el resultado de la labor de un sector mediático, tan polarizado como influyente, que ha conseguido inculcar en la ciudadanía la falsa idea de que el único voto útil es aquel que recibe un partido con posibilidad real de gobernar, negando, de hecho, la utilidad del parlamento como poder independiente capaz de controlar y obligar al poder ejecutivo. Cuando, precisamente, lo que demuestra la práctica política es que cuando los gobiernos no cuentan con mayoría absoluta, cosa que en España ocurre con mucha frecuencia, los partidos minoritarios juegan un papel fundamental y condicionan en gran medida la política del país.
Pero el pacto de gobernabilidad alcanzado entre el PSOE y el PP en el País Vasco, lo que demuestra claramente, es que el pretendido antagonismo entre los proyectos políticos de los dos grandes partidos, es más espurio que autentico, más forzado que real. Y es precisamente las dificultades que ambos partidos tienen para diferenciar sus propuestas políticas de las del adversario, lo que provoca que la confrontación política en España se de en torno a asuntos que poco o nada tiene que ver con los problemas reales de la ciudadanía.
Si el acuerdo en Euskadi está justificado por la necesidad de superar la crisis política permanente que el nacionalismo mantiene en esa comunidad, ¿acaso la crisis económica que vive España, que parece ser la más grave que se recuerda, no merecería un gran acuerdo político que al menos ayude a evitar que nuestro país se siga hundiendo?
No se produce ese acuerdo, no porque no sea posible, sino porque interesa mantener la ficción de que realmente existen dos proyectos políticos diferentes sobre los cuales sustentar este sistema bipartidista, que, además, dentro de dos meses, volverá a ponerse a prueba en las elecciones al Parlamento Europeo, que es lo que realmente ocupa y preocupa, tanto a los de un partido como a los del otro. Mientras, cada día 5000 parados más, centenares de empresas arruinadas, miles de desahucios por no poder pagar las hipotecas...
¿Pero eso qué importa? . Hablemos de cosas transcendentes: Kosovo, Garzón, los trajes de Pons, las ocurrencias de Pepiño, (ahora don José), la precoz e insulsa sobriedad de Leyre Pajín, los orgasmos de Cerolo, el culebrón de Esperanza Aguirre y Ruiz gallardon…
Ahora, griten conmigo: ¡Viva España! (*)
(*) Carme Chacón en una visita a las tropas en Afganistán, presa de un ataque de patriotismo sobrevenido por el cargo de Ministra de Defensa
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