Antonio Quintana
El presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero se encuentra orillado por su incapacidad de atajar la crisis económica por la que atraviesa España, y sin tomar medidas drásticas que generen confianza, que atajen la brecha de cuatro millones de parados, más los que están por venir.
En semejante situación a los ministros de Zapatero, ni están ni se les esperan, simplemente están desaparecidos los unos y el resto anda mas perdidos que Carracuca. Aunque quien se lleva la palma es Pedro Solbes, quien después de arruinar a España en época de Felipe González, se esta superando con creces.
 
Con la que está cayendo, para dormirse… y no precisamente en los laureles, nadie como Pedro Solbes, quien es capaz de echarse en brazos de Morfeo en los lugares más comprometidos ¿le pasara algo, o es que aburre?  Y es que ya se sabe que el aburrimiento surge por el fastidio, o por no tener nada que divierta y distraiga.

¿Quién evita la dimisión de alguien quien ha expresado en muchas ocasiones que no quiere ser ministro? Lo ha dicho tantas veces que la duda de Zapatero es insoportable y la situación exige que no permanezca en el ministerio ni un minuto mas.

Conviene recordar que en el año 2004 Zapatero recibió una economía bien saneada y ahora no lo esta, también es posible que los males tengan su influencia en la crisis internacional, pero no es menos cierto que en España se agudiza ante la falta de previsiones y la ineficacia reinante en el  gobierno Zp.

En esta llego Paul Krugman premio Nobel de Economía 2008, durante su intervención en el foro “Innovae” (La innovación como solución) y en presencia de Zapatero aseguro que las previsiones para la economía española son “aterradoras”.

En tiempos difíciles, y estos lo son, la sociedad necesita lideres sólidos, pragmáticos, capaces de transmitir un mensaje claro, sin demagogia ni retórica, humildes, que asuman sus propios errores y al mismo tiempo sean capaces de ofrecer alternativas creíbles, de futuro, porque no basta solo con sobreponerse de la crisis.

Estamos asistiendo también al abandono de una etapa por otra venidera, la hora del cambio, y ese cambio también deben asumirlo quienes se postulan con proyección de futuro.

La crisis económica supone una nueva lección para todos, un punto de inflexión que al mismo tiempo cierra un modelo de sociedad, y por lo tanto el futuro será de aquellos gobiernos cuyos gobernantes sean capaces de implementar una sociedad distinta e innovadora.