
La gala de los Premios de la Música tiene todos los ingredientes de las inversiones “culturales” mal enfocadas. De hecho, no es más que una fiesta de carácter privado que no cumple con los requisitos mínimos exigibles a toda actividad cultural para merecer una subvención: inversión justificada en base a la excelencia y al apoyo real a la cultura, la musical en este caso.
La participación de los ciudadanos de Badajoz en dicho evento será nula o, en todo caso, quedará circunscrita a cuatro fans en la puerta del Palacio de Congresos deseosos de obtener una fotografía de su ídolo.
Una de las consecuencias de los disparatados criterios seguidos en las inversiones culturales por parte de la Junta, es que buena parte de los grupos musicales de la región carecen de lugares en los que ensayar, o no tienen más remedio que hacerlo en locales y edificios semiderruidos (caso de la antigua venga Remayte, en Badajoz). Pero claro, para la Junta de Extremadura es prioritario subvencionar las fiestas y alfombras rojas para “gente importante”. La gala, afortunadamente, no está abierta al público. Tan sólo se accede con invitaciones. El resultado será una fiesta privada de unos cuantos pagada con el dinero de todos.
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