Agustín Romero Barroso
Me entero tarde de la muerte del poeta extremeño Ángel Campos Pámpano. No suelo ver diariamente la prensa ni medios de noticias, más que lateralmente y con prevención, porque son instrumentos de acojonamiento y creadores de miedos colectivos –terrorismo le dice Juan Goytisolo-. Tal vez alguna vez lo vi y traté ligeramente, y casi he leído todo lo que buenamente me llegó de su obra. Pero en esta hora he ido a la estantería pertinente y he sacado un libro primero, por el que me llegó, por primera vez, su nombre. Como traductor y recreador de Pessoa, de uno de los heterónimos pessoanos, Ricardo Reis: Odes/Odas de
Ricardo Reis, Fernando Pessoa. Prólogo de Gonzalo Torrente Ballester, selección, versión y notas de Ángel Campos Pámpano, Balneario Ediciones, Valladolid, 1980.
Contra la muerte. Releo por enésima vez a don Gonzalo en su prólogo certero: Yo creo que Ángel Campos ha salido del trance de la mejor manera posible. Más allá de lo que ha hecho, está la construcción de cada poema, la búsqueda en castellano de un sistema equivalente, lo cual nunca es recomendable si de versión se trata, salvo en casos excepcionales de recreación ante los cuales hay que organizar de otra manera el repertorio de los juicios y de las valoraciones.
He seleccionado dos poemas de este libro, bilingües. Porque en ellos está, de alguna manera, algo muy vivo de Ángel.
Em confusao a streita vida! Quanto
Infortúnio mesquinho
Nos oprime supremo!
Feliz é o bruto que nos verdes campos
Pasce, para si mesmo anónimo, e entra
Na morte como em casa;
Ou o sábio que, perdido
Na ciência, a fútil vida austera eleva
Além da nossa, como o fumo que ergue
Braços que se desfazem
A um éu inexistente.
¡Cuánta tristeza y amargura ahoga
en confusión la estrecha vida! !Cuánto
infortunio mezquino
nos oprime supremo!
Feliz el bruto que en los verdes campos
pace, para sí anónimo, y entra
en la muerte como en casa;
o el sabio que, perdido
en la ciencia, la fútil vida austera eleva
más allá de la nuestra, como el humo que yergue
brazos que se deshacen
en el cielo inexistente.
Vivem em nós inúmeros,
Se penso ou sinto, ignoro
Quem é que pensa ou sente.
Sou sòmente o lugar
Onde se sente ou se pensa.
Tenho mais almas que uma
Há mais eus do que eu mesmo.
Existo todavia
Indiferente a todos.
Faço-os calar: eu falo.
Os impulses cruzados
Do que sinto ou nao sinto
Disputam em quem sou. Ignoro-os.
Nada ditam
A quem me sei: eu ´screvo.
Viven en nosotros innúmeros,
si pienso o siento, ignoro
quién es el que piensa o siente.
Soy tan sólo el lugar
donde se siente o se piensa.
Tengo más de un alma.
Hay más yos que yo mismo.
Existo, sin embargo,
indiferente a todos.
Los hago callar: yo hablo.
Los impulsos cruzados
de lo que siento o no siento
porfían en quien soy.
Los ignoro. Nada dictan
a quien me sé: yo escribo.
Comentarios |
|