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Este 28 de febrero se pareció mucho al que se vivió hace ocho años. Era 2009, y la sucesión se proyectaba sobre Manuel Chaves como ahora se cierne sobre Susana Díaz, que lleva meses con un pie en Ferraz y otro en Andalucía, por más que insista en que no se va a ninguna parte. En los corrillos del 28-F no se habló de otra cosa. La sucesión se apoderó de un festejo institucional bastante gris, con protestas en la calle.Este 2017, el ambiente de transición fue muy similar, por más que los socialistas comenzaran el día blandiendo dos encuestas, una de Celeste-Tel y otra de Deimos Statistics, que pronosticaban cercana la mayoría absoluta para el PSOE en autonómicas. Sondeos bien aireados, que no se sabe quién los ha encargado, para levantar la moral de la tropa justo cuando una parte importante del partido teme que se pierda Andalucía.
En la corte de Díaz hay nombres —Mario Jiménez, Juan Cornejo o Paco Reyes— para heredar el partido. El portavoz de la gestora ejerció este Día de Andalucía de hombre fuerte de la presidenta, se notó en sus gestos pero sobre todo en los de los demás. Ese poder invisible se visualiza en cómo lo trata ya, con veneración, buena parte del grupo parlamentario socialista o cómo Susana Díaz lo coge del brazo y lo pasea a la vista de las cámaras. Para el Gobierno, suenan menos pero se repiten el vicepresidente, Manuel Jiménez Barrios, o el consejero de Turismo, Javier Fernández.
En un sector del PSOE andaluz, afín a Susana Díaz pero fuera de su estrecho círculo de amigos y confidentes (cada vez más reducido), estas quinielas preocupan mucho. Es paradójico observar cómo mientras que en Madrid cada vez más voces indican que Díaz deberá rodearse de un equipo integrador y variopinto en su salto a Ferraz, su núcleo duro se estrecha cada vez más en Andalucía. Lo quiere controlar todo y no se fía de casi nadie, cuentan desde su entorno.
Las encuestas hasta este 28-F, cuando de repente los sondeos espontáneos de varias consultoras indican una mayoría absoluta socialista, hablaban de un empate técnico de PSOE y PP en Andalucía, con el aviso de Ciudadanos de que dará el Gobierno al partido que gane las elecciones tras 36 años de socialismo en el poder.
Se extiende la idea de que Susana Díaz puede llegar a Madrid y el PSOE perder Andalucía casi al unísono. Por eso, hay quienes empujan para situar al frente de la Junta de Andalucía liderazgos consolidados y perfiles gestores. Entre esos favoritos despuntan dos, el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, y la consejera de Hacienda, María Jesús Montero. Ambos, además, son señalados por la oposición, desde el PP a Podemos, como rivales fuertes, y sugeridos por parte de organizaciones de la sociedad civil, sindicatos y empresarios como los favoritos. No son, sin embargo, los preferidos por la baronesa por múltiples razones.
Montero y Espadas son colaboradores estrechos de la presidenta y eficientes gestores, pero ninguno forma parte del grupo íntimo de Díaz y cualquiera de los dos incumple el perfil de ‘regente’ que ella ha promovido hasta ahora cuando ha dejado un cargo. Ambos, además, temen estas quinielas y las cuitas internas y se cuidan mucho de no postularse. Son personas de dilatada trayectoria, con sólidos equipos de gestión a su alrededor que pedirían margen y manos libres si son elegidos. Ninguno de los dos goza tampocco de trayectoria orgánica. Nada que ver con el perfil de Susana Díaz. Son 'los tecnócratas de la Junta'. Un término que no es nuevo y que ya acuñó el partido para referirse a Griñán y su equipo cuando este tomó el testigo.
Mientras la dirigente socialista está entregada en cuerpo y alma a su campaña orgánica, en Andalucía muchos piensan en el día después con preocupación. Hay dirigentes actuales que no ocultan que Susana Díaz debería dedicar casi el mismo tiempo a diseñar su futuro político que a amarrar lo que va a pasar en Andalucía si gana las primarias. “Otra cosa sería muy egoísta”, admite un dirigente provincial. La sucesión, que fue palabra maldita durante mucho tiempo, vuelve a estar en boca de casi todos. Eso sí, sin que Díaz se entere, porque dicen que esto también “le molesta muchísimo” y ya se sabe que es mejor estar a buenas con ella. Más cuando el pastel del poder va a ser repartido.
Las primarias socialistas no van a ser para la dirigente andaluza el camino de rosas que desde su entorno le dibujaron. Posiblemente no tanto porque se cuestione su liderazgo político sino por “los errores de manual” cometidos en los últimos meses, señala un diputado socialista. Si vence, tendrá que designar un sucesor al frente del PSOE en Andalucía en julio o septiembre, fecha del congreso regional.
Su intención ya se sabe que es compatibilizar Ferraz y San Telmo, sede del Gobierno andaluz, el mayor tiempo posible. Pero, por más que no lo haya comunicado, nadie duda que Díaz habrá de tener en la cabeza un plan previsto ante varias eventualidades. La primera, que Rajoy decida adelantar y convocar elecciones generales. La segunda, que la erosión a que va a someterla la oposición sea tan fuerte que el sentido común dicte dejar paso para no achicharrar a su partido. “Si me pregunta, le diré que en cuatro o seis meses tiene que tener la sucesión bien amarrada, porque Andalucía puede perderse. Si es secretaria general, ella debería apostar claramente por intentar ser presidenta de España. Ser candidata del PSOE, el segundo partido de la oposición, no es posible si eres además presidenta de Andalucía”, señala desde Madrid una voz muy cualificada del partido. Por más que nos quede oír muchas veces que a Susana Díaz le queda mucho tiempo en Andalucía, cada vez hay más ruido.